"Hay dos 'culpables' de que me recuperara bien: Manuel Barreto y Antonio Maestro. Mira que eché lágrimas en la recuperación que hice con Barreto, pero recuperé todos los ángulos de la rodilla. El médico Antonio Maestro, el que me operó, es un fenómeno. Me dijo que fue la lesión más grave que había operado", explica Juan Luis.

Una vez terminada la recuperación, una vez terminado el fútbol, Juan Luis se fue a Madrid, de donde es su mujer: "Allí empiezo otra vida. Me había preparado para ello, tenía el título de entrenador, soy profesor de Educación Física y estaba enfocado a eso pero me surgió este trabajo".

Juan Luis no le cogió manía al lugar donde sucedió todo. Hace poco estuvo viendo partidos de la cantera azul en El Requexón, saludando a la gente que trabaja en el club y con la que mantiene una buena relación. No hay amargura en la voz de este jugador que perdió el final de su carrera de futbolista pero que pudo perder mucho más. Al contrario. Se le nota contento por cómo ha ido todo. Y agradecido, muy agradecido al trato que le dispensó el Oviedo y al propio Luis Aragonés. "Ahora le doy más valor por lo que supuso la escena. De pronto veo entrar a un montón de fotógrafos, a alguien de la Federación y de repente a don Luis Aragonés. Enseguida me puse a llorar".