"Que sales adelante, que sales, que te lo digo yo; he visto a Martín-Esperanza y a algún otro jugador peor, y sales adelante; ahora, con temperamento, con tal...". Estas palabras las dijo Luis Aragonés en el Hospital Central de Asturias un 11 de septiembre de 2007. El entonces seleccionador nacional se dirigía a Juan Luis Hevia, centrocampista del Oviedo que había sufrido la lesión más terrible que se recuerda en un entrenamiento en El Requexón. Una luxación de rodilla completa cuya imagen conmocionó a todos los compañeros allí presentes. Pasaron 40 minutos hasta que llegó la ambulancia, un tiempo en el que Manuel Barreto, fisioterapeuta del Oviedo, atendió a Juan Luis mientras se iba dando cuenta de la gravedad de la lesión. Barreto sabía que lo que estaba en juego era que el futbolista no perdiera la pierna.

"Cuando estaba tendido en el campo le dije a Barreto que no sentía la pierna y él vio el peligro. La ambulancia tardó 40 minutos, los compañeros estaban llorando. Lo que peligraba era la pierna. Si me hubiera alcanzado la arteria tenían que amputar. Estuve un año con el pie colgando hacia abajo. ", cuenta Juan Luis, ya totalmente recuperado de la lesión y que vive feliz en Madrid, donde conduce un coche oficial con el que hace gestiones para el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Nueve años después de aquel momento, el exjugador reconoce que desde el principio supo que el fútbol se había acabado para él: "Desde que caí al suelo ya supe que no iba a volver a jugar. Mi cabeza hizo un clic y sólo pensaba en recuperarme para hacer vida normal. Me dije: 'se acabó'. En mi cabeza nunca pensé en poder volver, sabía que se había acabado".

Un pensamiento que sabe que en el fondo también era el que tenía Luis Aragonés cuando fue a visitarle al hospital: "Él era consciente mejor que nadie de que no iba a salir. Lo que me vino a decir es: 'haz lo que puedas, lucha todo lo que puedas'". La visita de Luis Aragonés le marcó para siempre, por la repercusión que tuvo y por la impresión que le causó la personalidad del que fuera seleccionador nacional y entrenador del Oviedo: "Me habló con mucho cariño, me marcó para siempre. Cuando murió me dio mucha pena y, además, en los reportajes que pusieron cuando falleció emitieron el vídeo en el que me visitaba. Allí saca ese corazón que tenía, toda la gente que le conoció dice que era una persona excelente".

Juan Luis fue un futbolista que tuvo la precaución de formarse para cuando se acabara el fútbol y eso le ayudó mucho después de esta lesión. Con estudios de Educación Física, encontró un trabajo que le permite tener tiempo libre y en el que se siente muy a gusto. Las secuelas de su lesión son básicamente evitar deportes como el fútbol, el pádel o cualquier otra actividad que pueda hacer sufrir a su rodilla. Va al gimnasio para mantenerse en forma. "Conduzco un coche de incidencias y si hay que llevar una carta urgente me avisan y la llevo. El otro día vino el Ministro de Rusia y no teníamos bandera y me tocó ir a por ella", explica Juan Luis sobre su actual labor.

Entretanto sigue al Oviedo y aprovecha cada visita de los azules a Madrid para ir a verlo. Le sorprende mucho que la gente aún le recuerde y que cuando va a un partido incluso se fotografíen con él: "Me llama la atención el cariño que me tiene la gente. En lo profesional, en el Oviedo jugué muy poco y me sorprende por ello el cariño que me tienen. Vino el Oviedo a jugar a Getafe, fui a verlo y los aficionados aún me reconocían".

Juan Luis llegó al Oviedo cuando estaba en Tercera y después de haber pasado por varios clubes de Segunda B. Estaba en su mejor momento, pero cuando le llegó la oferta no tuvo ninguna duda: "Para mí el Oviedo es lo máximo. No miré en qué categoría estaba porque jugar en el Oviedo era cumplir un sueño".

Sólo pudo vestir la camiseta azul en un partido de Liga. Luego llegó la lesión y renovó una temporada más en la que estuvo recuperándose antes de que le dieran la invalidez para practicar fútbol. Aún así, se siente orgulloso de haber formado parte del equipo azul que ascendió a Segunda B con Raúl González en la temporada 2008-09. "Estuve ahí", dice con orgullo. Ahora la rodilla no le permite jugar al fútbol, pero nada le va a impedir celebrar el regreso a Primera cuando llegue.