Antonio Rivas es de los que sienten el escudo. Lo ha demostrado. Y en su corazón hay dos que tiene grabados a fuego: el azul del Oviedo y el rojiblanco del Atlético de Madrid. Se ganó un hueco en la historia azul en su etapa de futbolista. Vistió la camiseta del Oviedo en Primera División durante diez temporadas: de 1989 a 1998. Vivió el éxito de clasificarse para jugar la Copa de la UEFA en una época dorada para el club. Una etapa que permanece en la memoria del oviedismo. Pero cuando se ganó la admiración y el cariño eternos de la hinchada azul fue cuando ejerció de entrenador. Y no precisamente por el brillo del éxito. Rivas se remangó y bajó al barro para evitar que el club que le había dado la oportunidad de convertirse en un futbolista importante terminara desapareciendo.

Dirigió los últimos once partidos del Oviedo en Segunda División en la temporada 2002-2003. Era el cuarto entrenador que pasaba por el banquillo azul y no pudo evitar el desastre del descenso a Segunda B. Luego vino un nuevo descenso, esta vez por la vía administrativa. El Oviedo salió en Tercera y Rivas seguía siendo su entrenador. Lo fue hasta la mitad de la campaña 2005-06, con el equipo en Segunda B. Y muy vivo.

Ahora ejerce como entrenador en el otro equipo de su vida, el Atlético de Madrid. En el club colchonero se formó como futbolista, con él debutó en Primera y ahora trata de transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Que todo ha cambiado mucho lo puede contar de primera mano él. Trabaja en la Fundación Atlético de Madrid y dirige al juvenil A del Proyecto Wanda. La empresa china manda a chicos de su país para que reciban formación académica y futbolística en Madrid. También imparte metodología a equipos que vienen a Madrid a aprender los métodos del Atlético. "Los entrenamientos de metodología los suelo dar yo", explica Rivas en conversación telefónica con este periódico mientras va camino de un partido de su equipo. "Estos chicos chinos son algo impredecibles en el campo", dice sobre lo que puedan dar de sí sus pupilos.

La labor actual de Rivas le ha alejado un poco de la competición para centrarse de lleno en un aspecto más formativo del fútbol. "No hay una vinculación al rendimiento de un equipo, es un trabajo más bien de formación. Sí que hay exigencia, queremos que alguno de esos chicos que pasan por aquí en un futuro pueda formar parte de la selección de China", explica. Otra de las labores que ejerce es la de captación de nuevos talentos para el club.

El Oviedo es algo que Antonio Rivas lleva consigo aunque esté lejos. Fue a verlo en directo cuando jugó contra el Getafe y lo hace por televisión siempre que no le coincide con algún partido de su equipo. Viene a Oviedo menos de lo que le gustaría, aunque sí que tiene claro qué momento no querría perderse: "El día que se consume el ascenso a Primera para mí sería la leche estar en el Tartiere, sería algo muy importante para mí".

Preguntarle su mejor momento a alguien que ha pasado por tantas etapas en el Oviedo, como entrenador y como jugador, parece demasiado aventurado, pero él lo tiene bastante claro: "Como jugador, el año que conseguimos el pasaporte para la Copa de la UEFA nos quedará siempre en el recuerdo. A nivel personal siempre está ese partido que lo hiciste especialmente bien, en mi caso una victoria contra el Madrid por 3-2 en el Tartiere en la que metí dos goles (14 de mayo de 1995). Como entrenador, sin duda, el día que conseguimos el ascenso a Segunda B (temporada 2004-2005)".

Tampoco le cuesta mucho hablar de sus peores momentos en el club azul: "Como jugador, las lesiones, sobre todo el ligamento cruzado anterior que me tuvo un año sin jugar. Tenía 28 años y estaba en el mejor momento de mi carrera. En la etapa de entrenador, lo peor fue la muerte de Armando. A nivel deportivo, fue muy duro para mí el descenso a Segunda B. Creo que fue un partido ante el Salamanca, teníamos esa creencia de poder salvar la categoría".

Antonio Rivas tiene claro que el azul es un color que ocupa una parte importante en su vida: "El Oviedo ha sido una parte muy grande de mi vida, fue el club en el que me consolidé en Primera, que me dio continuidad. Sólo tengo agradecimiento y el orgullo de haber podido encabezar un proyecto en un club de la importancia y la grandeza del Oviedo".