Las horas previas al partido de Cádiz fueron agitadas. El equipo atravesaba una crisis de identidad y la derrota ante el Reus, apenas tres días antes, aún se paseaba por las cabezas. Fernando Hierro mantuvo entonces su discurso inalterable, apeló a la coherencia, pero a la hora de saltar al terreno de juego, ahí sí, llegaron las novedades. Aquella tarde en el Carranza, el Oviedo plantó un sistema novedoso, un 4-1-4-1que llevaba como principal objetivo reforzar el centro del campo. Qué mejor forma de ganar confianza que acercando a sus futbolistas. El cambio de sistema fue una especie de mecanismo de defensa con efectos inmediatos en el juego y en los resultados. Tras aquella beneficiosa experiencia, ahora Hierro le da vueltas a la libreta en busca de una salida similar.

El entrenador ha blindado al grupo en las dos últimas sesiones de la semana con entrenamientos a puerta cerrada. Ninguna novedad en su modus operandi. Pero esta semana se suman las dudas sobre el sistema a emplear del malagueño. De ahí que crezca el misterio. La primera experiencia de 2017 ha dejado las peores sensaciones tras el 5-3 del Pizjuán. Hierro dibujó para la ocasión un 4-3-3 que estaba encaminado a la segunda parte. Así lo reconoció en una de las respuestas de la rueda de prensa posterior. La idea era que el equipo estuviera metido en el partido para desnivelarlo desde el banquillo. Allí había futbolistas explosivos como Berjón, con talento como Susaeta y con gol como Toché. Pero el planteamiento falló en su enunciado más elemental: nunca estuvo metido en el choque.

El 4-3-3, con extremos abiertos, parece pasar a un segundo plano tras la pobre experiencia. La duda reside ahora en si Hierro blindará el centro del campo con el 4-1-4-1 que tan buenos resultados le dio tras el duelo de Cádiz o si decide dar un paso adelante con un 4-4-2 que asegure presión y presencia en el área rival.

La apuesta por el 4-4-2 podría obedecer a una cuestión mental tanto como futbolística. El equipo se ha comportado de una forma timorata en las últimas semanas; sin "intensidad", sin "alma", sin "orgullo" conceptos expresados por el propio entrenador. Apostar por un sistema con dos delanteros puros podría hacer que el equipo se comportara de una forma decidida. Los dos delanteros encargados de iniciar la presión servirían para empujar al resto de futbolistas a dar un paso hacia adelante. El sistema, más valiente, también entraña algunos riesgos.

Las novedades no están limitadas al sistema a elegir, también está abierta la elección de nombres. Hierro ha anunciado esta semana que necesita jugadores con personalidad, que quiere que aparezcan los líderes. La elección de nombres de cara al encuentro de mañana servirá para intuir qué personalidades ve con la fuerza necesaria en el vestuario azul.

Respecto a lo sucedido en el Sánchez Pizjuán se prevén algunos cambios. Uno de ellos es obligado. Nando, titular en Sevilla, vio la quinta tarjeta amarilla en el partido y será baja mañana ante el Elche. Saúl Berjón tiene todas las opciones para hacerse con su puesto en la izquierda, en el que sería su estreno en el Tartiere. Susaeta podría encontrar un hueco en la derecha y también parece seguro el regreso de Toché al equipo. Si el entrenador opta por el 4-4-2 Linares sería su compañero por lo que el entrenador debería elegir entre Erice o Rocha como acompañante del indiscutible Torró.