El peor momento en el Oviedo para Andrés fue la salida del club. Le costó entender que no le ofrecieran la renovación después de su mejor temporada, la 1995-96, en la que jugó 30 partidos en Primera.

"Fue complicado. Me costó entender que alguien que había salido de la cantera del Oviedo, que es el equipo de su vida, no sea renovado después de jugar 30 partidos esa temporada en Primera. Fue muy duro, un palo muy grande", explica Andrés.

Su siguiente club fue el Lleida, que estaba entonces en Segunda, donde pasó dos temporadas. "Cuando acabé en el Lleida estuve entrenando con el Oviedo; Eugenio Prieto me dijo que era mi casa", rememora. Luego fichó por el Caudal, en Segunda B. Ahí se rompió el ligamento de una rodilla. Tras recuperarse jugó media campaña a las órdenes de Raúl González. Y después el Armilla, donde se retiró.