Como el asunto es tan recurrente y presenta el riesgo de sonar a excusa, sobre todo en malos momentos como los que ha pasado el Oviedo, el ruido sobre el estado del césped del Tartiere ha bajado unos cuantos decibelios desde Navidad a esta parte. Pero llegan partidos como el del sábado, por ejemplo, y el problema salta a la vista con intensidad: una hierba levantada y agujereada, blanda, sin la mínima sensación de estabilidad, arenosa y frágil. Un marrón para jugar al fútbol.

Lo dijo Paco Herrera, entrenador del Valladolid, al término del partido sin que nadie le preguntara: "El mayor problema del Oviedo es el terreno de juego". Lo dijo también, públicamente, José Fernández: "Venimos sufriendo mucho con el terreno de juego. Este campo no ayuda mucho". Y lo repiten, día sí día también, los futbolistas del Oviedo, que insisten en que es "imposible" jugar al fútbol en el Tartiere con tranquilidad para controlar un balón, dar un simple pase o sencillamente mantener el equilibrio. La pelota bota mal y lastra a los jugadores, a los del Oviedo y los del rival, lastrados aleatoriamente. El sábado, por ejemplo, Susaeta no pudo finalizar una buena ocasión porque le botó mal o Saúl erró entregas por la misma situación.

No es excusa y nadie en el club azul quiere que lo sea, porque el rendimiento fuera de casa, donde el césped sí es bueno, no es bueno, pero el problema sigue ahí y, llegado el momento, puede acarrear graves consecuencias físicas en los jugadores. De momento, Hierro tuvo que dar dos días libres a la plantilla para que se recuperara de la carga.

El césped es el eterno problema. El Ayuntamiento, responsable de su estado, lo cambió en agosto tras 15 años y, en Navidad, le aplicó un tratamiento con productos antideslizantes y le inyectó arena, que es el motivo de su color actual. Pero, de momento, la hierba no mejoró y es difícil que lo haga porque el problema, en realidad, está debajo, un terreno pantanoso donde había una tejera. El club pidió en su día "soluciones drásticas", como lámparas de calor o cambio de sistema de drenaje, que el municipio no contempla.

Más allá del césped, la plantilla azul se conjuró tras el partido para cambiar la dinámica fuera de casa, el domingo en Almería. "Toca dar buena imagen, el equipo está convencido", dijo Fernández. "Hay que mantener la calma, esta estabilidad entre lo bueno y lo malo es la clave del éxito", pidió Juan Carlos, que destacó que el equipo "volvió a ser compacto, férreo y un grupo".