En el fútbol, los fantasmas también juegan. Cuando la presión aprieta, las piernas pesan una tonelada. La exigencia atenaza. Fue el efecto que ayer sufrieron Almería y Oviedo sobre el césped de los Juegos Mediterráneos. Soriano, entrenador del Almería, se jugaba el puesto; Hierro y el Oviedo, la credibilidad de su candidatura al play-off: no podía tropezar de nuevo fuera. Un chispazo al comienzo de la segunda mitad, gol local, le dio alas al Almería y despertó en los azules viejos fantasmas. Fue la derrota del miedo. El 3-0 encajado por los azules mantiene la maldición fuera de casa y evita hablar de paso adelante en las opciones al play-off.

El Almería pareció desde el principio un mar de dudas. Como si no hubiera decidido si lanzarse a por el partido en busca de su última oportunidad o esperar que el Oviedo le ofreciera una vía. Se quedó en una posición intermedia que los azules aprovecharon para acomodarse en el césped, sin aparente esfuerzo. Rocha y Torró lo intentaron antes de los diez minutos con dos lanzamientos que se fueron desviados

Solo Pozo, liviano media punta, parecía avanzar de puntillas sobre la presión que amenazaba a los locales. El sistema de cinco defensas no pudo anularle.

Los azules se vinieron abajo ante el acierto del Almería

El sistema implantado por Hierro le dio cierta tranquilidad a los azules pero con la pelota no ofreció mucha claridad. La profundidad de Johannesson y Varela por sus carriles se convirtió en la única opción ofensiva. Cuando se cerraron esos caminos, el equipo dudó. Con Linares y Toché lejos del área en la fase de inicio de la jugada, el balón largo tampoco resultó eficaz. El duelo de bostezos en el que se convirtió la primera mitad parecía no perjudicar especialmente a ningún equipo. A los 39 minutos Varela encontró un carril y Rocha le sirvió en largo, pero Casto detuvo firme su centro.

La única chispa del primer acto llegó justo antes del descanso. Varela puso una falta lateral y Verdés tocó de cabeza. La defensa repelió el balón, que volvió a caer en los dominios del central. A la segunda oportunidad, embocó a gol. Por el camino Casto había caído al suelo reclamando una falta que el árbitro señaló: el tanto quedó anulado.

La segunda parte siguió un guión muy diferente,. Contribuyó a un cambio tan drástico el gol almeriense. Fue en una falta lateral, solución al margen del juego. A la defensa azul le faltó contundencia y Borja se aprovechó para anotar el 1-0. Tras el tanto, el partido se aceleró. El Almería se echó atrás, cuidando su botín y el Oviedo se lanzó. La reacción fue inmediata.

Rocha fue el primero en presentar su protesta. Se internó en el área pero su centro no encontró rematador a los 51 minutos. Linares la tuvo más clara a los 55, pero Casto se interpuso de forma decisiva entre el aragonés y el gol. Con el Almería achicando, Christian probó desde lejos a los 57: su zurdazo se fue rozando el poste. A los 63, el último cañonazo del arreón azul. Verdés se encontró un rechace en el área pero su definición se fue fuera. El Almería resistió los 12 minutos de acoso y respiró aliviado.

Decidió entonces Hierro un cambió de registro. Entró Nando en escena por Christian. El equipo mutó al 4-4-2 de las dos últimas semanas con la sensación de que al sistema de tres centrales y dos carrileros le faltan kilómetros.

Pero el Oviedo no acertó con sus oportunidades y el Almería contestó. A los 77 llegó el mazazo: un buen centro de Álamo que Quique aprovechó para anotar con el pecho. Si al Oviedo le cuesta levantarse tras un golpe, dos guantazos son un KO. El equipo bajó los brazos y el Almería intuyó una fiesta: invitación suculenta para un equipo en apuros. Gaspar, chaval del filial, le dio la última alegría de la tarde al cuestionado Soriano anotando al tercero y manteniendo al Oviedo en una crisis evidente lejos del Tartiere. Los fantasmas no se van, en todo caso crecen. Hierro tiene trabajo psicológico y futbolístico para que los azules sean considerados un serio candidato al play-off.