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Fútbol | Qué fue de ellos

Elcacho olvida el balón

"Hasta los 52 años he estado pendiente de la pelotita; ahora disfruto el deporte desde otro punto de vista", dice el que fuera lateral del Oviedo

Elcacho se dispone a golpear el balón en un partido del Oviedo contra el Sevilla. L. E.

"Hasta los 52 años he estado pendiente de la pelotita y ahora estoy muy contento llevando la gestión deportiva en el Ayuntamiento de Formentera, ves el deporte desde otro punto de vista". Habla Luis Elcacho, el que fuera lateral izquierdo del Oviedo durante ocho temporadas, entre 1986 y 1994. Nacido en Lérida hace 53 años, Elcacho forma parte de la mejor historia azul, incluido el último ascenso del equipo a Primera División (temporada 1987-88) y su única clasificación para disputar la Copa de la UEFA (1990-91).

Cuando habla del Oviedo, Elcacho no dice "el Oviedo", dice "mi Oviedo". Y es que el exfutbolista pasó los mejores años de su carrera en el conjunto azul. Tan sólo vistió las camisetas del Lleida y del Oviedo. Siempre de azul sobre un terreno de juego. "Ser futbolista era el sueño de mi vida", explica Elcacho sobre lo que supuso para él jugar en Primera. También le ha gustado estar siempre en equipos humildes: "El Oviedo era un club muy familiar, no había sombras, era todo claro, diáfano". El paso por el equipo carbayón es algo que nunca podrá ni querrá borrar de su vida por razones tan elementales como las familiares: "Mi hija mayor nació en Oviedo, es carbayona", dice orgulloso.

La salida del conjunto azul le sirvió para volver a casa, al Lleida, y tras retirarse del fútbol comenzó su etapa de entrenador, en la que ha dirigido a equipos de cantera y después a clubes de Tercera y Segunda B. Una etapa que, "salvo sorpresas", da por concluida. A Elcacho no le importa reconocer que no ha cumplido con las expectativas que se marcó: "No he podido llegar más arriba, lo he intentado, pero no he podido dar el salto. En el fútbol también como técnico se te pasa el turno y a mí me da la sensación de que ya se me ha pasado. Vienen entrenadores más jóvenes y más preparados", añade.

Por eso está tan contento con la labor que desempeña ahora. Tras entrenar al Formentera, le surgió la oportunidad de trabajar en el Ayuntamiento (Consell) de esta localidad balear. "Se trata de gestión deportiva desde otro punto de vista, había una plaza y la conseguí; se trata de coordinar y gestionar actividades deportivas, como las carreras. Todo el deporte de la isla, que no es poco", añade. También reconoce que este nuevo desempeño le ha permitido alejarse un poco de lo que ha sido su vida hasta ahora: "Me acuerdo poco del fútbol, la verdad".

"Estuvimos tocando las estrellas", dice Elcacho de sus mejores años en el Oviedo. Y eso que llegó en una etapa muy difícil del club. El conjunto azul llevaba más de una década sin jugar en Primera y cuando él llegó, en la temporada 1986-87, el Oviedo bajó a Segunda B, un descenso que no se hizo efectivo porque hubo una reestructuración de la categoría. "Lo primero que viví fue un descenso terrible que no se llevó a cabo porque la Segunda se reestructuro". Pero la siguiente temporada todo cambió: "Al año siguiente, no con muchos fichajes, con la llegada de Vicente Miera, con un equipo en el que estaban Hicks, Carlos, Sañudo, Gorriarán... logramos el ascenso. Fue una pasada, de haber vivido lo ingrato del fútbol pasamos a tocar el cielo. Creo que si se subiera ahora sería algo parecido", añade.

La eliminatoria de la UEFA que jugaron es uno de los momentos que elige dentro de su larga trayectoria en el Oviedo. "Fue una experiencia inolvidable, para jugadores humildes como nosotros vivir un ambiente que se parece al de la Liga de Campeones fue muy grande", explica.

La clasificación para la UEFA fue para Elcacho su cénit deportivo: "El ascenso estuvo bien, pero después hay que quedar sexto en Primera. Me acuerdo de ver el partido de Copa que enfrentaba al Atlético y al Mallorca, para que nosotros fuéramos a la UEFA tenía que ganar el Atlético. El gol de Alfredo Santaelena nos dio el pase", rememora Elcacho.

En la parte mala, como muchos otros futbolistas, pone por encima de todo lo demás las lesiones sufridas. Ahora disfruta del benigno clima de Formentera y se atreve incluso a correr alguna media maratón de vez en cuando.

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