Los 15 minutos que separan los dos tiempos de un partido se convierten en una eternidad entre las cuatro paredes del vestuario. Allí, en la caseta, hay tiempo para muchas cosas. Para arreglar desajustes, principalmente. También para apelar al elemento emocional. Esos 15 minutos dan para mucho. El Oviedo temeroso de la primera parte en Reus llegó al vestuario con la confianza bajo mínimos y salió de la caseta con otra actitud, con una propuesta valiente, con la pretensión de hacerse notar en el partido. ¿Qué sucedió dentro del vestuario? Cuestionado por el cambio, Hierro no quiso dar muchas pistas. "Hablamos de cosas de fútbol", contestó lacónico. Fue Erice, uno de los capitanes, el que desveló los entresijos: "Hierro nos abroncó. Nos metió duro".

Las palabras del malagueño provocaron una reacción inmediata. El Oviedo se hizo con el balón y fue, poco a poco, arrinconando al Reus en su parcela. La idea expresada por Hierro tuvo una traducción inmediata en el juego. "Es lo que tenía que hacer el entrenador", continúa su explicación Erice, "porque no estaba contento con lo que estábamos haciendo. Nos metió una buena bronca, que era justo lo que necesitábamos". El navarro incide en esa charla: "Somos personas y hay días en los que quieres rendir pero las cosas no salen. El entrenador es el jefe y puso el grito en el cielo. Nos vino bien".

La reacción de los azules no fue completa en el resultado, pero al menos el Oviedo salvó un punto. En la presente campaña aún no se ha dado un partido en el que los azules empezaran perdiendo y lograran darle la vuelta al partido. Para muchos es la prueba pendiente. Pero lo que sí han demostrado los azules es que se les da mejor las segundas partes que los inicios. O al menos eso es lo que insinúan las estadísticas. El Oviedo lleva en estos momentos 32 goles a favor y 32 en contra, pero su saldo es más favorable en los segundos actos que en los primeros. En los 45 minutos iniciales los de Hierro han hecho 12 goles y recibido 15. Tras el descanso, el saldo mejora: 20 goles a favor (el quinto de la competición) y 17 en contra.

A la bronca en el vestuario le siguió una buena imagen, el gol de la igualada de Borja Domínguez y otro gesto de autoridad desde el banquillo. Con 1-1 y el campo inclinado hacia la meta del Reus, el malagueño movió el banquillo. Ingresó en el campo Michu, delantero, en el lugar de Erice, pivote de corte defensivo. Una declaración de intenciones. "Ese cambio indica que fuimos a por el partido", señaló Hierro al final del choque. El ovetense tuvo el 1-2 en una volea tras un saque de esquina pero su zurdazo chocó en un defensa catalán.

El mensaje ha calado nítido en el vestuario, o al menos es una de las conclusiones que los futbolistas sacan del empate con sabor dulce logrado en Reus. El Oviedo, ya asentado en su papel de candidato a todo, quiere dar un paso más en la mejora y ser protagonista del juego. Hierro lo tiene claro y así lo trasladó a sus pupilos en el intermedio del viernes. Una bronca que tuvo efectos directos en la reacción de los azules.