Fue una promesa durante la semana, en uno de esos habituales momentos de de risas que, de un tiempo a esta parte, abundan cada mañana en los entrenamientos del Oviedo. Michu, tipo coñero, retó a Christian Fernández, futbolista de los más extrovertidos del vestuario, a conseguir algo que hasta entonces no había logrado: marcar un gol con la camiseta del Oviedo. "Tanqueta, a ver cuándo dejas el gol", le dijo el canterano, según reveló ayer el cántabro tras el partido de ayer frente al Cádiz.

Con "tanqueta" se refería Michu a la cabeza del defensa. Christian es uno de los que mejor va de cabeza del equipo. Se ve en cada entrenamiento. Así que él aceptó el reto. "Esta semana te lo prometo", respondió el cántabro al canterano. Y lo cumplió. Cumplió con la promesa. En el minuto 50, el centro de Susaeta lo cabeceó Christian a la red para darle la victoria al Oviedo y hacer estallar el Tartiere.

"La verdad es que marcar en el Tartiere mola", dijo ayer el lateral con naturalidad. "Tuve la suerte de aparecer en donde nadie lo esperaba", dijo, y bromeó: "Y porque me cayó en la cabeza, que ahí soy más efectivo que con el pie".

De Christian, tipo querido entre la afición, se agradece su campechanía. Es de los que siempre tiene una respuesta, de los que transmite soltura ante el micrófono y evita el tópico. Llegó este verano procedente del Huesca. Allí marcó el que, hasta ayer, era su último gol: frente al Nástic de Tarragona en abril del año pasado, hace casi un año. "Mi cometido es defender", explica, "ser ese jugador aguerrido, asqueroso por momentos para el rival que tienes enfrente. Ese soy yo y así he sido siempre". Un futbolista capaz de llamarse a sí mismo "asqueroso". Naturalidad plena.

El cántabro, como quizá cualquier defensa, no es un goleador. Su mejor marca es de la temporada 2012-2013, cuando militaba en las filas de Almería. Marcó seis goles. Hubo un año en que anotó 4 en Las Palmas y después el año pasado, en el Huesca, donde finalizó con tres. "Cuando pueda aportar algo en ataque, todo sea por ayudar", afirmó.

¿Y la celebración? "Hubo siete celebraciones en una", bromeó, para luego dedicar el tanto a "los 155", para su familia y, sobre todo, para la afición "por el apoyo que he tenido siempre". Sabe el defensa cántabro que ha caído de pie y que la gente le quiere. Y lo reconoce: "Me siento un privilegiado por la acogida desde el primer momento", finalizó.