Existen dos formas de aproximarse al partido del domingo. Una es la de fijarse en el nombre, en el cartel del partido. El Rayo Vallecano suena a rival de envergadura se mire como se mire. Descendido el año pasado de Primera tras un nefasto final de campaña, el Rayo contaba en verano con el tope salarial más alto de la categoría: 13,3 millones de euros, casi el doble que el Oviedo, con 6,8 millones. Pero en el fútbol no toda inversión da los frutos deseados. Aquí es donde entra la segunda óptica del choque: la que implica echar un vistazo a la clasificación. El resultado es casi el opuesto. Los de Vallecas, que van por su tercer entrenador de la temporada, son penúltimos y tienen la salvación a más de un partido, a 4 puntos concretamente. Queda demostrado que hay más de una forma de prepararse para el duelo del domingo.

En el vestuario azul no hay dudas. La contención ha sido la nota dominante desde el primer día de pretemporada y ahora que las cosas marchan bien nadie quiere introducir ningún cambio. La plantilla es consciente del momento de ansiedad de su rival, un factor del que pretende sacar provecho, pero nadie considera el partido sencillo. El Rayo, dicen los futbolistas, puede despertar en cualquier momento. Mejor tenerlo lejos cuando eso suceda. "Ellos tienen una gran plantilla; su objetivo al principio de la temporada era luchar por el ascenso", subraya David Fernández, máximo exponente del discurso templado. El central detecta algunas debilidades que quiere explotar: "Tenemos que aprovecharnos de su situación, del posible nerviosismo que haya en la grada y de la ansiedad que les afecta en estos momentos". Y añade: "Debemos imponer nuestra buena dinámica, la actitud y la solidez defensiva de las últimas jornadas".