A veces, las estadísticas son tan cristalinas que la apuesta, por evidente, se vuelve trampa. El Rayo Vallecano-Oviedo de mañana es un ejemplo. Hay un equipo que va cuesta abajo, en su peor momento de la temporada y ahogado hasta el cuello, y otro que va cuesta arriba, en su mejor momento del curso y con las ilusiones intactas. Los madrileños llevan cinco partidos sin ganar, cuatro derrotas y un empate, un punto de 15 posibles. En ese mismo periodo, el Oviedo ha conseguido diez puntos más al firmar tres victorias y dos empates. Los azules acumulan seis encuentros sin conocer la derrota, desde finales de enero en Almería.

Así que en Vallecas se viene un cruce de rachas entre dos equipos de Segunda que aspiran a Primera por todo: por solera, por afición, por historia... Sucede que a los vallecanos les está costando hacerse con una categoría que no respeta jerarquías sino que devora ilusiones, penaliza más que cualquier otra la relajación y exige una constancia asfixiante en un torneo muy largo.

La inestabilidad del equipo vallecano se mide por muchas cosas, pero hay una que lo resume todo: ha cambiado dos veces de entrenador: empezó la Liga Sandoval, le sustituyó Baraja y a éste le reemplazó Míchel, tipo de la casa, técnico actual. Ya se sabe que la fortaleza de un proyecto tiene su primer síntoma en la continuidad en el banquillo.

El Rayo está a cuatro puntos de salir del descenso después de acumular un mes y medio sin ganar. Su última victoria fue ante el Almería, en la jornada 24. Desde entonces, suma cuatro derrotas y un empate. Perdió en Mallorca (2-1), volvió a perder en casa frente al Mirandés (1-2), una derrota dura por ser ante el colista. Luego visitó al vecino Getafe y cayó por la mínima (1-0), no pudo pasar del empate en casa ante el Reus (0-0) y volvió a caer la jornada pasada en el Carranza frente el Cádiz (1-0). Hubo alguna derrota, conste también, que el Rayo, por ocasiones y juego, no mereció.

La complicada situación rayista eleva el mérito del Oviedo, que viene de tres victorias (Getafe, Mirandés fuera y Cádiz) y dos empates (Reus y Numancia) en los últimos cinco partidos. Los azules afrontan por primera vez este curso su segundo compromiso fuera de casa y van a una plaza cuyo dueño permite la comparación. Por muchas cosas, entre ellas por ser un recién descendido de Primera y por tener en la plantilla a muchos jugadores con participación en la máxima categoría el año pasado.

Una de ellas es la perspectiva económica. Los azules eran al inicio de esta temporada el equipo con el tope salarial más alto de la categoría, con 13,3 millones de euros, una cantidad que casi doblaba el tope salarial entonces del Oviedo, que ascendía a 6,8 millones, el cuarto de Segunda. Los rayistas, pues, tienen poderío en ese aspecto económico pero, sin embargo, luchan por salvar la categoría porque, al final, el éxito deportivo depende de lo que pase en el césped con un balón.

El Oviedo viaja a Vallecas sabiendo que no estará solo. en realidad, nunca lo está. La comunidad oviedista en Madrid acudirá al estadio, de la misma manera que habrá oviedistas que se desplacen desde la capital asturiana.

Tampoco está sólo el Rayo, arropado por una afición fiel. Además, exjugadores rayistas han lanzado una campaña de apoyo a través de internet, con mensajes en las redes sociales. Saúl Ñíguez, medio del Atlético, es uno de ellos. "Vamos Rayo. Soy del Rayo y no me rindo", escribió en su Twitter. Larrivey, actualmente en Japón, Alejandro Gálvez, ahora en el Eibar o Ismael Gil, portero del Fuenlabrada, se han sumado a los mensajes.