No hay árbitro ni cámaras de televisión, tampoco un balón ni porterías, pero sí táctica y estrategia. El partido, porque una negociación siempre es un partido, lleva tiempo jugándose en los despachos del Ayuntamiento. Allí, en una mesa rectangular de la primera planta del Consistorio, en una sala anexa a la Alcaldía, se han reunido más veces de las que cuentan el gobierno local (Somos, PSOE e IU) y el Real Oviedo, dos instituciones condenadas a entenderse que, hoy por hoy, libran una intensa negociación con varios frentes abiertos y que, en realidad, comparten objetivo a mayores: el ascenso del equipo azul a Primera División.

Sobre la mesa hay asuntos varios, urgentes y no urgentes, del maltrecho césped del Carlos Tartiere a la futura ciudad deportiva, conversaciones en varias direcciones y con un tono más o menos cordial que, en el momento actual, tienen su punto de fricción en las marcas.

Las marcas del Oviedo (nombre, escudo, dominio web...) pertenecen al Ayuntamiento desde que en 2009 pagó al club tres millones de euros por ellas. Ese mismo año el Consistorio cedió su uso al club a través de un convenio de cuatro años prorrogable otros cuatro, a cambio de 60.000 euros anules. La prórroga se acaba en junio y el Oviedo, con una perspectiva muy distinta a la de entonces y un futuro ilusionante de la mano de Carso, quiere recuperar sus marcas en propiedad, como las tienen la mayoría de los equipos, para, entre otras cosas, poder comercializarlas. De momento ha ofrecido recuperarlas a cambio de acciones, propuesta que no convence al Ayuntamiento, que ha planteado renovar el convenio de cesión por otros cuatro años, como adelantó la semana pasada LA NUEVA ESPAÑA.

La situación a día de hoy, pues, es que el Oviedo las quiere en propiedad y el Ayuntamiento rechaza devolverlas, al menos a cambio de acciones. Y el cronómetro corre. El acuerdo tiene que llegar antes de junio y parece que de él pueden depender otros grandes asuntos.

En este punto sobrevuela el ejemplo de Gijón. Allí, el Ayuntamiento compró las marcas al club por tres millones y, años después, se las devolvió a cambio de publicidad en la camiseta a diez años en una suerte de intercambio publicitario que hoy sigue vigente.

En Oviedo, Ayuntamiento y club azul también han hablado de intercambio publicitario como fórmula para que el Oviedo pueda disponer de los 250.000 euros que el Ayuntamiento paga anualmente de gasto corriente en el Tartiere (luz, agua, limpieza, reparación de asientos...). La cantidad sale de distintos departamentos y el club ha planteado unificarla y poder gestionarla libre y directamente. Las dos partes reconocen este negociación.

Pero aquí llegan las distintas interpretaciones. En el Ayuntamiento, varios testigos de la negociación sostienen que el Oviedo, por boca de su presidente, Jorge Menéndez Vallina, planteó la opción de incluir al Ayuntamiento como patrocinador en alguna parte de la equipación azul, patrocinio que sería histórico por la falta de precedentes. De hecho, el Alcalde, Wenceslao López, admitió ayer públicamente que "estamos analizando transformar esa aportación en esponsorización". "Se trata de transformar unos gastos que nosotros gestionamos y que los pase a gestionar el Oviedo", añadió el regidor ovetense.

Desde el club azul, que siempre ha guardado un prudente silencio para estas cosas, descartan rotundamente que el Ayuntamiento vaya a tener presencia en la camiseta o en otro lugar del uniforme y aseguran que nunca plantearon tal posibilidad ante el gobierno local. El club tiene otros patrocinadores privados que entiende más beneficiosos, asegura que el espacio publicitario lo tiene cubierto y no ve sentido ofrecer parte de su equipación al Ayuntamiento por un dinero que, aunque no puede gestionar y le viene de distintos departamentos municipales, ya le repercute.

El Oviedo reconoce que ha hablado con el Ayuntamiento la posibilidad de poder realizar un intercambio publicitario -no de esponsorización en la camiseta- para poder gestionar la citada cantidad, pero que sería a cambio de publicidad en otros lugares, como puede ser el Tartiere o el autobús del equipo. Una idea que forma parte de un partido al que, seguro, le queda varios capítulos.