La explicación dada por Hierro tras confirmarse la derrota que puso fin al momento más dulce del Oviedo recordó a pasajes anteriores. Explicó el entrenador que sabían que el Rayo apretaría en el inicio. Que eran conscientes de que ese cuarto de hora inicial sería decisivo. Con la advertencia latente salió el equipo al terreno de juego y, sin embargo, fue incapaz de controlar el caudal ofensivo de los rayistas. Tampoco es que fuera una exhibición de fútbol: el Rayo se limitó a buscar la profundidad en las bandas y a acumular gente en el área. El resto fue producto de la intensidad.

No es la primera vez que Hierro lamenta que lo trabajado durante la semana no encuentra traducción práctica sobre el verde. "Lo habíamos hablado en la previa", se quejó el entrenador. En la mayoría de los casos que ha sucedido algo así, el entrenador ha optado por explicaciones que van más allá de lo meramente futbolístico. En Vallecas, al malagueño se le preguntó si era una cuestión de intensidad. Contestó Hierro que el Rayo había apretado "más y nos crearon superioridad por la banda izquierda". El elemento emocional volvió a estar de cara del rival.

La ha sucedido en numerosos ejemplos esta temporada al Oviedo, un equipo de dos caras. Agresivo y valiente en casa, los de Hierro muestran una versión más timorata cuando les toca viajar. En las últimas semanas, el problema a domicilio parecía superado con una racha productiva de resultados: una victoria (0-2 en Anduva) y dos empates (1-1 en Reus y 0-0 en Soria) servían para pasar página. En Vallecas, sin embargo, los problemas volvieron a aparecer.

Las sensaciones parecen claras. Buscando un refrendo en la estadística que pueda certificar la menor intensidad del Oviedo en el césped hay un indicador muy claro: el de los balones recuperados. En los 90 minutos disputados, los azules recuperaron 49 balones. Una marca muy inferior a lo que es habitual en los de Fernando Hierro. Basta con hacer una comparación con las tres visitas más recientes que habían servido para prolongar la racha. En la victoria de Miranda de Ebro, los azules se hicieron con 70 pelotas del rival. Ante el Reus las recuperaciones fueron 60 y en Soria el número se levó a los 69. Queda así fijada la intensidad como elemento desequilibrante del partido de Vallecas.

Con su habitual pose de tranquilidad, Hierro descartó el domingo que la derrota tenga efectos sobre la moral del grupo. El Girona ya asoma en el calendario como próximo desafía que encarar y los azules saben que el Tartiere debe seguir siendo un fortín.

La peor consecuencia de la derrota del domingo es que los perseguidores, que no fallaron, recortan la distancia para luchar por el play-off. El Huesca, séptimo; el Valladolid, octavo; y el Lugo, noveno, ganaron sus partidosmetiendo presión a los derrotados Oviedo, Tenerife y Getafe.

El confortable colchón de seis puntos de distancia ha menguado hasta quedarse en los tres puntos, una ventaja importante a estas alturas. Pero el calendario no concede descansos. Los azules ya preparan la visita del Girona, segundo, en una semana especial, ya que se festejará el aniversario de la entidad carbayona. Después, toca visitar al Tenerife, cuarto, otro choque con cartel.