A estas alturas, definen los detalles. Da igual que salgas al campo a comerte al césped espoleado por la grada más animada. La sección visitante, en este caso. Ni que te hagas con la pelota, abras el campo y combines por dentro. Tampoco que cuentes con el hombre gol con el olfato más afilado y te ponga por delante a los 6 minutos. Los detalles pueden condenarte. Como una estrategia mal defendida o permitir que Joselu se te escape por una rendija. El Oviedo hizo algunas varias cosas bien ayer en el Anxo Carro y tuvo el partido en su mano pero se le escapó. Por despistes atrás y no saber aprovechar los momentos. La derrota (2-1) mantiene la mala dinámica fuera de casa y aprieta la lucha por el play-off. El paso adelante demandado fue en realidad un paso en falso.

Y eso que el Oviedo salió al campo como una continuación del dominio en la grada. Una táctica que asegura el éxito. En el primer balón dividido, Torró amagó ir de cabeza pero plantó su parcela, controló con el pecho y jugó a un lado. Fue una señal, una muestra de personalidad. El Oviedo había salido a por el partido. Susaeta fue el primero en avisar a los tres minutos y, a continuación, Joselu vio la amarilla evidenciando que los azules llegaban un segundo antes a cada acción. A los 6', los de Hierro alternaron estrategia. Costas envió en largo, Berjón ganó su batalla prolongando de cabeza y la pelota salió disparada entre la frontal y la portería. El rincón favorito de Toché. Así que el murciano solo tuvo que cumplir con su rutina: impacto a un toque, con la zurda, y balón a la red. Otro acierto, otra recompensa. El pistolero más efectivo de Segunda.

El 0-1 despejó se cantó con la pasión del local en un Anxo Carro poblado con 2.500 camisetas azules. También allanó el camino del Oviedo al que las ventajas le sientan de fábula. El dominio visitante alcanzó el primer cuarto de hora. Cerró la imponente puesta en escena un zurdazo de Borja Domínguez.

El Lugo dio la vuelta al partido ganándole la espalda a la defensa azul

El Lugo tenía que reaccionar. Tenía muchas cosas en juego. Y lo hizo a chispazos. Gil probó a Juan Carlos justo antes de la lesión de Varela. Hierro reaccionó como ante el UCAM: Costas se mudó al lateral y entró en escena David Fernández.

Un envío de Erice hacia atrás que chocó en Verdés posibilitó la mejor opción gallega, pero Joselu elevó por encima de la meta. El arreón lucense se apagó con esa opción. Volvió a desperezarse el Oviedo, cómodo con la pelota. El punto en común en cada ataque carbayón fue Borja Domínguez, siempre dispuesto a combinar. A la media hora protagonizó una buena opción azul. Toché le cedió desde la esquina y el gallego soltó un zurdazo al que Roberto respondió con los puños. Sometido el Lugo, a los locales les quedó el recurso del balón parado. Funcionó a los 40 minutos. La libreta de Sampedro ideó una sucesión de tres pases que acabaron en los dominios de Joselu, que embocó a la red.

Llegó el descanso y, con él, la sensación de oportunidad perdida para el Oviedo. Había tenido al Lugo en sus manos. Los azules quisieron reactivarse en el segundo acto. Probaron Torró y Berjón antes de la respuesta local. Se limitó a balones profundos a la espalda a la defensa pero fue una contestación efectiva. En el primer intento, Campillo controló y definió al larguero. A los 59, la oportunidad le llegó a Joselu y no falló. Le ganó en el desmarque a Verdés y chutó con la fuerza justa para rebasar la línea de gol. Hierro ordenó la reacción al momento, antes de que el equipo mostrara aturdimiento. Entraron Michu y Nando por Borja y Berjón, en lo que parecía una apuesta por el juego directo.

Lo logró a balón parado. Susaeta centró desde el lateral y el balón acabó empujado por Toché a gol. El línea invalidó la acción levantando el banderín. Queda la duda de si Torró interviene en la jugada o si el tanto debió ser legal. El último intento llegó al final. Susaeta probó desde lejos y en el siguiente córner fue David Fernández el que disparó a las nubes, en una acción en la que los azules reclamaron penalti por plancha del contrario.

Así se consumió el partido. Con 2.500 oviedistas en la grada con la ingrata sensación de que habían estado cerca de ver un golpe de autoridad necesario. Pero no fue en Lugo. El Oviedo deberá seguir remando para asegurar su presencia en el playoff.