No pudo ser. El Oviedo hizo lo posible por chafar la fiesta del Levante pero el champán corrió por el estadio minutos antes de las 8 de la tarde. Los de Muñiz confirmaron que son el equipo más fuerte que se recuerda en Segunda cerrando el ascenso con 6 jornadas de antelación. Fue el colofón a una jornada en la que las aficiones de Levante y Oviedo convivieron en armonía.

La estruendosa megafonía calentó motores una hora antes del choque, cuando la mayoría de aficionados se conglomeraban en las afueras, con un tema que pretendía ser premonitorio: "Hoy puede ser un gran día", de Serrat. Hace semanas que la afición del Levante se ve en Primera División tras una campaña que ha rozado la perfección. Solo quedaba cerrar las cuentas y que se lanzara el confeti.

A lo largo de todo el sábado hubo festejos en Orriols, el barrio donde se sitúa el Ciudad de Valencia. Siempre con presencia de seguidores del Oviedo, los que nunca fallan. Da igual la dificultad de la empresa o los kilómetros de distancia: en la grada siempre aparecen zamarras azules.

Los oviedistas asistieron a los actos como invitados de excepción. La diferencia en la tabla, 21 puntos, no chafó el optimismo de los desplazados. Algunos hacían referencia a las grandes sorpresas que se han visto en el fútbol: como el "Centenariazo" con el que el Dépor derrotó al Madrid en la final de Copa de 2002 en el Bernabeu. Pero no hubo un final igual. Esta vez el favorito se hizo con los puntos y cerró el choque con fiesta, con invasión al campo incluida. El oviedismo espera un broche igual en junio.