En el fondo del Carlos Tartiere que siempre anima, el que da calor y color cada partido, hay una norma convertida en verso: "Cuando te falle la voz, canta con el corazón". La frase forma parte de un cántico que se repite desde tiempo en un estadio que ha tenido que tirar mucho de corazón en los últimos tiempos, en esa angustiosa etapa de barro y precipicios en la que el club azul sólo tenía eso, corazón.

Ayer, Fernando Hierro volvió a apelar al corazón del oviedismo para sacar entre todos, entre el equipo y la afición, el decisivo partido de mañana ante el Alcorcón (20.00 horas). Sabe el técnico andaluz que el equipo no es nada sin su hinchada y que ahora, en el tramo clave de la temporada, en ese punto donde mengua hasta el infinito la línea entre el éxito y el fracaso, no es momento de reproches o desconfianzas por este resultado o aquel sino que se impone mirar hacia adelante y arrimar el hombro. De ahí los constantes llamamientos del técnico y sus muchachos a un oviedismo que, de sangre caliente como es, siempre responde. "Todo aquel que tenga el corazón azul que vaya al Tartiere", se arrancó ayer Hierro. Fue el primer mensaje de la rueda de prensa semanal en El Requexón, una frase medida en la que se refirió a padres, madres, niños y abuelos. "Les necesitamos más que nunca", dijo, para tener un Tartiere "que empuje, que nos dé fuerza y que nos dé alas". "Nosotros también nos jugamos la vida", añadió el preparador malagueño.

El escenario, como el mensaje, se repite de un tiempo a esta parte. A cada derrota fuera le sigue un partido en casa y a cada explicación, un llamamiento. Hace semanas que ya se habla de "finales" en El Requexón; hace semanas que se sabe que un desliz en casa puede ser letal; hace mucho más que semanas que se sabe, porque se dice, que aquí cualquiera te pinta la cara, igualada como es una Segunda División inacabable. El Alcorcón, al que la derrota azul frente a Osasuna la temporada pasada les privó del play-off de ascenso, llega ahora en puestos de descenso, necesitado de puntos. El Oviedo llega fuera de play-off, necesitado también de puntos. Guerras distintas, pero guerras. "Es una prueba de carácter, de orgullo, de personalidad. En motivación e ilusión nadie nos puede ganar", afirmó.

Hierro insiste en no mirar a los rivales directos con los que se juega los cuartos. Dice que no le importan lo que hagan, que "bastante" tiene él con el Oviedo. Y es verdad. De nada sirve poner el foco en un adversario si el equipo azul no saca lo suyo. La orden, más allá de la inevitable tentación de hacer cuentas en clave interna, que se hacen, es mirar hacia adentro y mantener la calma a pesar de salir, once jornadas después, de la zona de play-off. "El hecho de vernos fuera no nos puede sacar de nuestro concepto. Estaríamos equivocados", dijo el técnico, que mencionó la palabra "ansiedad" como una de las peligrosas consecuencias. El técnico señaló que, a pesar de las derrotas fuera de casa, el equipo "ha dado un salto de calidad grande" en el último mes por haber elevado su capacidad competitiva, pero matizó que "se trata de sumar" y que "si queremos conseguir el objetivo hay que sumar". "Aquí todo el mundo se la va a jugar", insistió Hierro, que apela al corazón azul para sacar el partido, al mismo corazón azul que en su día se dio por muerto y que mañana se demostrará otra vez que sigue muy vivo.