Todo parte de un engaño. Una pequeña mentira, pero con un noble objetivo. Todo por cumplir una promesa. José Manuel Arias Fueyo, socio desde 1966, era uno de esos oviedistas acérrimos que no entendían de categorías. Vivió las etapas de oro, del confeti, saboreó los ascensos y la caída de los grandes en el vetusto Tartiere. Y vio al Oviedo en Europa. Pero también bajó al barro para no abandonar a su equipo en los momentos de penuria. Del Génova al Industrial. Por eso, uno de sus objetivos era cumplir 50 años como socio. Soñaba con ese momento en el que el club homenajea a sus seguidores más fieles. Un cáncer de pulmón se lo llevó por delante en 2012, pero su hijo, Javier Arias, encontró una salida: renovaría el abono de su padre hasta que llegara a los 50 años como socio.

Ahí está el pequeño truco, la salida encontrada por Javier. Cuando falleció su padre aún restaban cuatro años para alcanzar la efeméride. Pero el sueño se mantuvo intacto. Desde entonces, Javier se acerca cada verano a la oficina del Oviedo para renovar el compromiso de su padre. Como no llevaba la cuenta, el pasado mes de julio se llevó la alegría. "Cuando fui a renovar me dijeron que mi padre cumplía 50 años como abonado. Se me hizo un nudo en la garganta. Se me saltaban las lágrimas", cuenta Javier Arias. Meses después recibió la llamada oficial del club. "Dije que mi padre estaba enfermo y que no podría ir al acto. No quería que le quitaran ese honor", comenta su hijo.

Javier tiene las cosas claras. "Mientras mis hijos tengan para comer yo no dejaré de pagar el recibo. Lo hago por él", comenta consciente de que revelar su pequeño secreto en LA NUEVA ESPAÑA puede truncar su práctica. Dice que no le importa, que ya ha cumplido su objetivo, aunque más adelante revela una nueva meta: que el Oviedo regrese a Primera División con su padre como socio. "Me haría mucha ilusión. Sé que allá donde esté disfrutaría del éxito", indica su hijo, que mantiene intactos los recuerdos de ambos en el Tartiere. "Desde pequeño me llevaba al campo y nos situábamos en el córner del Tartiere antiguo. Nunca dejó de ir al estadio, no concebía la vida sin su Oviedo. En los últimos tiempos llevaba un puro al Tartiere y solo lo prendía cuando marcaba el Oviedo", rememora.

José Manuel Arias Fueyo fue un hombre conocido y querido en el fútbol regional. Entrenador de diversos clubes regionales, en su última etapa actuó como coordinador de La Corredoria y siempre mantuvo relación con la Asociación de Veteranos del Oviedo. "Incluso mi madre recibió un homenaje en el torneo que La Corredoria celebra anualmente en honor de mi padre", relata Javier, que desvela las sensibilidades futbolísticas que profesaba su progenitor: "Desde que empecé a ir con él al fútbol recuerdo que le gustaban los hombres de ataque. Futbolistas como Carlos, Hicks o Gracan".

Pero su futbolista azul fetiche siempre ha sido Javier. "Les unía una buena amistad", incide su hijo, que guarda a buen recaudo, junto a su madre María Teresa Vicente, su mujer Raquel Herrando, sus hijos Saúl y Sergio y su hermano Alberto un carnet diferente. Un abono que cumple una promesa.