Lo de Córdoba fue el culmen a una temporada que, a base de remiendos, había llegado con vida hasta el tramo final. En El Arcángel, cerca de la calle de El Infierno, el Oviedo mostró las carencias más marcadas de esta temporada. A la ausencia de un guión coherente de inicio, un mal repetido durante toda la temporada, le siguió una actitud pobre para el fútbol profesional. El Oviedo no fue ni intenso ni ordenado. El Córdoba se jugaba la vida; los azules, no. La actitud de un bolo veraniego no sirve cuando el rival juega con el cuchillo entre los dientes.

A los 30 segundos se adelantó el Córdoba. Se resbaló Christian y Piovaccari (un gol esta temporada antes de enfrentarse al Oviedo) definió arriba. Tembló El Arcángel y al Oviedo se le puso cara de fuera de casa. El susto aumentó a los 11 minutos. Juan Carlos rechazó el primer intento de Galán, pero este se hizo con el rechace y cedió al área, donde un jugador local mandó a la red. Fue Piovaccari. El Oviedo, ese resucitador.

En ese momento, el partido era del Córdoba. No solo por fútbol, que puede entenderse. Sino por empuje y ganas. Con el equipo aturdido y sin soluciones desde el banquillo, una jugada aislada pudo ayudar a los azules. Antoñito cometió penalti y Toché se acercó al punto fatídico. Chutó y Kieszek, meta local, rechazó. A nadie le extrañaría en este punto que fuera el primer penalti que detiene en su carrera.

El tercero llegó en otro arrebato local y ante la permisividad azul. Tiró Galán, rechazó Juan Carlos. El rechace fue verdiblanco y Alfaro empujó a la red. 3-0, fiesta en el Arcángel y el oviedismo contando las horas para que empiece la temporada 2017-18, la que debería servir para aprender de los errores cometidos. Porque la segunda mitad apenas aportó cosas nuevas. El intento azul de reacción lo fulminó una carambola. Lara hizo el 4-0 en una falta que tocó la barrera. Se echó el Oviedo hacia adelante, más por vergüenza que por fe. La única meta era maquillar un resultado sonrojante. Como ya sucedió en Sevilla, en enero, cuando el 5-1 se convirtió en un 5-3 que no ocultó los problemas. Redujo la distancia Berjón con la zurda en el área y ya en el último suspiro Linares hizo el 4-2 definitivo en el segundo penalti que el árbitro concedió al Oviedo.

El final suena a fin de ciclo. A un cambio radical en la perspectiva. Aunque también se vislumbraba una ruta similar al final de la temporada pasada (con enormes similitudes en el desenlace) y la operación reforma se quedó a medias. El Oviedo ha vuelto fallar en el momento más decisivo, cuando se cosechan los éxitos. Córdoba supone el epílogo más redondo a otra temporada marchitada al final.