Algo en las reflexiones de Fernando Hierro el pasado jueves en El Requexón olía a despedida. Quizás fue el uso de los verbos (abusando del pasado) o la forma en que se sinceró ante los medios. El malagueño analizó todo lo vivido durante la presente campaña, el curso que ha supuesto su bautismo en los banquillos y lo hizo con un par de reflexiones interesantes. Aseguró que se había visto obligado a desempeñar funciones más amplias que las de un simple entrenador (un comentario ya escuchado con otros preparadores) y demandó para el Oviedo un "proyecto". El club y el entrenador se reunirán en las próximas horas para analizar la temporada recién acabada. El Oviedo trabaja en un futuro en el que Hierro no será el entrenador. El cambio de rumbo parece inevitable.

La elección del técnico que lidere el nuevo proyecto, siempre contando con el visto bueno desde México, será el pistoletazo de salida para el nuevo Oviedo. Los pasos están marcados. Lo primero es encontrar el entrenador ideal, después toca configurar la plantilla. Se pretende que la construcción de un equipo competitivo se haga de la mano del técnico, de ahí que a diferencia de otros equipos de Segunda, el Oviedo aún no haya cerrado ninguna incorporación.

Hierro sale tocado del final de campeonato, los dos últimos meses le han perjudicado en su imagen, como al final sucede con todos los entrenadores. La valoración del entrenador ha sufrido constantes cambios, en la misma línea que el equipo en su transición por la competición. Tras un inicio con dudas, el malagueño logró enderezar la nave y firmar una remontada importante que le llevó a la zona de la élite clasificatoria. Incluso fue segundo durante una jornada, en zona de ascenso directo a Primera.

Fue durante esas semanas cuando creció la valoración del técnico, que parecía haber encontrado la clave en una defensa sin fisuras y el acierto de los de arriba. Pero los batacazos fuera de casa no tardaron en llegar y el equipo entró en un periodo de dudas.

A la vuelta de las vacaciones de Navidad, en plena crisis de resultados fuera de casa, el club creció en ambición. Primero lo hizo con palabras. Hierro regresó del parón con las ideas claras y explicó que el objetivo era estar en el play-off. E instó a los futbolistas a dar un paso adelante. También cumplió con los hechos: el equipo se reforzó con Costas, Berjón, Carlitos y Borja Domínguez. Los cuatro movimientos, unidos a las salidas, suponían un gesto de ambición. La plantilla había mejorado, el objetivo estaba fijado y la exigencia para Hierro había aumentado.

El equipo pareció mejorar de primeras, con los nuevos en el césped. Y se asentó en la zona de play-off. Pero el final emborrona el cuadro final. A Hierro se le achaca, principalmente, no haber logrado que el equipo dé un paso adelante. Es como si la sensación de que se trataba de un equipo en pruebas se hubiera mantenido durante 42 jornadas. Nunca se ha llegado a ver un equipo perfectamente acabado. La victoria amarga en Elche supone el cierre a la primera temporada de Hierro en los banquillos.