A David Fernández le trajo al Oviedo Félix Sarriugarte y se pasó toda una temporada jugando de lateral derecho. Mantovani, ahora capitán del Leganés, y Baquero, fueron los centrales titulares de un equipo que no logró subir a Segunda. Han pasado cinco años y el madrileño, de 32 años, ya consolidado en su posición, central, sigue siendo imprescindible. Lo fue con el citado Sarriugarte, con Granero, con Robles, con Egea, con Generelo y con Hierro. Seis entrenadores y cinco temporadas en el Oviedo y en todas y con todos por encima de los treinta partidos en Liga.

Poco hablador y hombre discreto, está situado en un segundo plano que no se corresponde con una trayectoria en el Oviedo que le convierte en uno de los jugadores más representativos de una etapa del club que irá adquiriendo importancia con el paso de los años. Su gol de cabeza en Cádiz puso fin a la pesadilla de un Oviedo que vivió demasiado tiempo alejado del fútbol profesional. Sólo David Fernández ha vivido desde dentro toda la transformación del Oviedo desde que tuvo lugar la ampliación de capital, en noviembre de 2012, con la llegada del Grupo Carso, hasta ahora, 2017, con el equipo consolidado en Segunda.

Pero en el fútbol de poco sirve el pasado. David Fernández termina contrato con el Oviedo. Tras el último partido de Liga, ante el Elche, manifestó su deseo de continuar. La temporada del madrileño ha estado en la línea del equipo, con altibajos, con picos y valles. Un central elegante, de los que ven pocas tarjetas, quizás ha tenido esta campaña más errores de los que en él son habituales. Si bien, ha sido una campaña difícil para ser central del Oviedo. Una posición en la que viene bien saber quién va a estar a tu lado. Ni Verdés, por sus problemas físicos, ni Oscar Gil, cuyos errores al principio de la temporada le dejaron fuera de circulación, han sido compañeros fiables. La llegada de David Costas le sirvió para tener por fin una pareja estable.

El futuro de David Fernández dependerá de los planes que tenga el nuevo entrenador. Pero, pase lo que pase con él, David Fernández habrá dejado una huella en el Oviedo que nadie podrá borrar tan fácilmente.