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Borja Domínguez

Aire fresco en el mercado invernal

El gallego mejoró el juego del equipo hasta que cayó lesionado

Borja Domínguez da un pase en El Requexón. JULIÁN RUS

Borja Domínguez aterrizó en el mercado de invierno para cubrir una necesidad básica del equipo: un pivote de creación. Resulta sorprendente que en una plantilla tan amplia, preparada en principio para una competición de 42 fechas, presentara algunos déficits. Dicen que fue Ángel Martín González el que insistió en la llegada del gallego. Vino procedente del Córdoba, que no quería desprenderse de él y lo cedió al conjunto azul. En el conjunto andaluz le había costado entrar en el equipo pero, poco a poco, se había hecho un hueco en el once inicial. Su irrupción en el Oviedo fue inmediata.

Porque Hierro vio en él a un centrocampista que aportaba cosas diferentes. Zurdo elegante, de zancada y cabeza arriba en la conducción, Borja Domínguez se sentía a gusto con el balón. En la búsqueda de soluciones de Hierro para la crisis fuera de casa encajó una pieza: el gallego empezó a actuar como media punta. La posición no era del todo desconocida para él aunque no era su puesto más natural.

Se estrenó ante el Mallorca, 24.ª jornada, con seis minutos como carta de presentación. Suficiente para dar el salto al equipo inicial. Fue en Miranda de Ebro, actuando por detrás de Toché. Firmó 70 minutos espléndidos en la victoria 0-2 de los azules que servían para romper la pésima racha de los de Hierro a domicilio. Borja se convirtió desde ese momento en una pieza importante en los esquemas del malagueño. En Reus, la siguiente salida, se estrenó como goleador con un zurdazo en la segunda parte que puso el 1-1 en el marcador.

También marcó en la 33.ª jornada, para cerrar el 2-0 ante el UCAM de Murcia. La siguiente, en el Anxo Carro, supuso su última actuación con la camiseta azul. Ante el Lugo volvió a actuar como media punta durante 64 minutos, antes de ser sustituido. La siguiente semana, en El Requexón, cayó al suelo de una forma aparatosa sin defensas cerca. Sufrió una rotura de fibras que hizo que su periplo en el Oviedo se acabara antes de tiempo. Lesionado, no volvió a disfrutar de un solo minuto.

El equipo notó su ausencia en las últimas semanas, las de la crisis más acuciante. La falta de fútbol en el medio del campo fue evidente ante la ausencia de un pivote que podía ofrecer salida clara a la pelota.

Ahora, Borja Domínguez regresa después de su cesión al Córdoba, tras dejar un buen sabor de boca. Su posible continuidad en el Oviedo depende de la actitud del conjunto andaluz y de la decisión del nuevo técnico.

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