Con Diego Fabbrini (Giuliano Terme, Pisa, 1990) las expectativas siempre han sido altas. Quizás demasiado. Cuando empezó a despuntar en el Empoli, con apenas 19 años, le bautizaron futbolísticamente: "El Kaká del Empoli". Contribuía su elegancia con la pelota, esa cabeza erguida, zancada larga y facilidad para encontrar la mejor opción. "De pequeño era un loco de Kaká, trataba de emular sus gestos", ha comentado en alguna ocasión. Esa destreza con la pelota fue la que le abrió un hueco en la élite. Llegó a la Serie A, jugó la previa de la Liga de Campeones e incluso debutó con la selección nacional: le llamaron tras una lesión de Balotelli. Tenía 22 años y un futuro prometedor por delante. Ahora, cerca de los 27, cumplirá en Oviedo su séptima cesión en busca de la continuidad que le ha faltado en el último lustro.

Fabbrini pasó ayer el reconocimiento médico, estampó su firma en el contrato y se vistió de corto. Quería ponerse cuanto antes a las órdenes de Anquela. Llega cedido por el Birmingham, club que tiene sus derechos, con una opción de compra por parte de los azules cuyas condiciones no han trascendido. Personas cercanas a la operación dicen que le seduce la idea de relanzar su carrera en España.

A priori, es un fútbol que parece casar con sus condiciones. Fabbrini es un media punta clásico, un "fantasista" como dicen en Italia. En el país trasalpino el 10 es el único futbolista con cierta capacidad de improvisación dentro de los férreos sistemas tácticos. Y Fabbrini es uno de ellos. Ese fue el dorsal que asumió en la selección sub-21 de Italia. Era la etapa dorada, cuando despuntaba en el Empoli y cuando el Udinese, siempre atento a los jóvenes que brillan, le puso el lazo para hacerse con el 50% de su propiedad. Empezó entonces una carrera llena de altibajos con la maleta a cuestas.

A sus 26 años, la cesión al Oviedo es la séptima en su carrera. Antes llegó en préstamo al Palermo, Siena, Millwall, Birmingham, Middlesbrough y Spezia. El claro ejemplo de su carrera itinerante se vio en la campaña 2014-15: empezó en el Watford, fue cedido en enero al Millwall por tres meses y en abril, por el mismo plazo de tiempo, al Birmingham.

La de Oviedo es una nueva escala en su trayectoria viajera, pero dicen en su entorno que su intención es echar raíces. Fabbrini ha terminado hastiado del fútbol inglés, con un ritmo y estilo que tienen poco que ver con sus condiciones, y busca un nuevo hábitat para crecer, para recuperar el terreno perdido.

Dos personas han sido decisivas en su llegada a Oviedo. Una es Martín González, el secretario técnico que este año está llevando el peso en la elaboración de la plantilla. Con el mercado español pagando precios algo inflados, la dirección deportiva ha decidido ampliar el foco de búsqueda y mirar fuera. De Italia llegó Valentini, de Eslovenia Pucko y de Rusia vendrá Cotugno. El mercado inglés también tiene cosas que aportar. La otra persona decisiva es Anquela, o concretamente su esquema: el jienense siempre tiene un espacio reservado para un mediapunta.