Preguntado por sus primeros contactos con Juan Antonio Anquela, Diego Fabbrini acompaña a su respuesta de una sonrisa: "Le entiendo casi todo". Al italiano aún se le escapan conceptos, expresiones, pero la integración parece marchar por el buen camino. En el entrenamiento matinal, justo antes de la presentación, Anquela machaca movimientos tácticos con sus hombres. Un grupo hace trabajo físico y el otro practica la presión bajo las indicaciones del técnico. Anquela es especialmente insistente con el trabajo de Fabbrini, al que corrige continuamente. El jienense es puntilloso con las cuestiones tácticas pero su libreta siempre guarda un espacio para el media punta, una figura de la que siempre ha tirado.

La incorporación del italiano sirve para cubrir una necesidad básica en los planes del entrenador. A Anquela le gustan los equipos agresivos, intensos, con brío. Pero es consciente de que con la pelota tiene que aparecer la calidad. Cuentan en Huesca que solía repetir una idea: "Cuando tengamos la pelota, hay que dársela a los buenos". Para él, los buenos son los de arriba, los encargados de desbordar las defensas rivales. Anquela repite insistentemente los conceptos defensivos pero sabe que los partidos se desnivelan con el talento de los de arriba.

El media punta es una posición capital en los planes de Anquela. El mejor ejemplo se ha visto en sus dos últimos destinos. El Huesca del último año y medio y el Numancia que dirigió entre 2013 y 2015 crecían ofensivamente en torno a dos futbolistas situados por detrás del punta: Samu Saiz y Julio Álvarez.

El Numancia de Anquela se caracterizó por ser un equipo alegre en el que el toque de distinción lo ponía Julio Álvarez. El jugador nacido en Venezuela fue básico en sus esquemas: disputó 41 partidos el primer curso y 34 el segundo. Anotó 7 y 12 goles cada temporada. Era el encargado de la estrategia y de lanzar el juego de ataque, todo gravitaba a su alrededor.

A Samu Saiz le costó entender las indicaciones del jienense. La primera media temporada empezó más distante entre ambos y acabó con el atacante como pieza fundamental del Huesca. Saiz explotó el año pasado: 40 partidos, 12 goles y un millonario traspaso al Leeds United: 3,5 millones de euros.

Fabbrini llega ahora a Oviedo a cumplir con ese rol. "Es un futbolista diferente a lo que tenemos", se encargó de subrayar César en su presentación. La alternativa existe en el filial. Asier Gomes desempeña ese mismo rol de jugador que actúa por detrás del delantero y aporta talento. Anquela le está dando protagonismo esta pretemporada, alternándolo en la banda, con una posición más centrada, como sucedió el pasado miércoles en Ponferrada. Asier actuó como mediapunta en la primera mitad y dejó destellos de su calidad.

Con Fabbrini, el Oviedo recupera un rol olvidado durante la última temporada, cuando las preferencias de Hierro apuntaban a la acumulación de delanteros puros (4-4-2) o de centrocampistas (4-1-4-1). El malagueño no tenía en su plantilla un futbolista que pudiera actuar ahí, aunque lo intentó con Borja Domínguez, pivote natural, en algunas ocasiones. El último en interpretar ese papel fue Héctor Font, capital en el ascenso carbayón de la 2014-15 que perdió después protagonismo con el ascenso a Segunda División.