- ¿Está contento en Oviedo?

-Es imposible no estar contento aquí. La gente está volcada con el equipo.

- ¿Le cuesta caminar por la calle?

-Aunque no lo parezca, soy muy tímido y me da vergüenza cuando la gente me reconoce. Soy creo que una persona muy normal. Y a veces me ruborizo. Más que ruborizarme lo que me da es pánico muchas veces cuando oigo: 'míster que vamos a subir'. La responsabilidad que eso conlleva... Veo con la ilusión que te lo dicen y que no son uno ni dos ni tres. Son muchos. Aquí he visto una cosa curiosísima: los niños no los veo con la camiseta del Madrid ni del Barcelona, llevan la del Oviedo. Y yo cada vez que los veo digo "¡madre mía!". Somos muchos y jugamos para ellos. A mí eso me llena de responsabilidad. Me da pánico no rendir al nivel que se merecen, no estar a la altura.

- ¿Ve fútbol aparte del de Segunda?

-Ya no me da tiempo. Cuando se jugó la final de la Liga de Campeones yo estaba viendo al próximo rival. Claro que me gusta ver fútbol y ver a equipos buenos. Y una cosa que me gusta mucho es ver el fútbol en directo.

- ¿Le da tiempo al menos a caminar?

-Voy a caminar, me gusta mucho hacerlo por aquí, por las montañas. Ya he hecho varias rutas por la zona que son maravillosas. Una en bicicleta. Lo que pasa aquí es que al final de las rutas acabas comiendo como siete. Una de las que hice era la Ruta del Oso, que está muy bien. Y con una fabada después. Además, tengo cerca El Naranco y salgo a caminar.

- Siempre deja la familia en Jaén, ¿por qué?

-La vida. Mi mujer trabaja. Ella tiene un trabajo en un sitio y yo en otro, y el mío nunca sé lo que va a durar. Hay que adaptarse.