Dos chispazos en medio del tedio acabaron con la resistencia azul. El Oviedo, que pareció más cómodo en el ritmo anodino que en el intercambio de golpes, se dejó una jugosa renta en el Belmonte por dos chuts desde la frontal, el segundo de ellos con la impresión de que Juan Carlos y la defensa pudieron haber hecho algo más. La derrota duele más por la sensación de oportunidad desaprovechada: contra un Albacete tocado y ante la oportunidad de colarse en la zona noble. El regalo se quedó en tierras manchegas.

El Albacete se blindó de inicio con más gente por el centro, síntoma de que necesitaba confianza. Ganar en seguridad. Le suele suceder a los equipos con problemas. Cuando se anunciaron los onces por megafonía, el público del Belmonte dedicó una sonora bronca a su entrenador. Otro síntoma de inestabilidad.

Los locales entraron en el partido temerosos. Siempre buscaron el pase menos comprometido. Como el que anda en la oscuridad y su única intención es no tropezar. El Oviedo le siguió el juego. El partido de evitar errores se desarrollaba con un ritmo plomizo.Linares chocó con el larguero y Araujo golpeó sin oposición

La primera parte fue anodina, aunque dejó un par de escenas de acción. Zozulya chocó con Toché en su primer encuentro y los dos entendieron que pasarían una tarde divertida. El duelo de casco y armadura entre ambos se saldó con una X al término de la primera mitad. Los dos parecieron disfrutar en cada aguerrido encuentro. En realidad, fueron los que más lo hicieron en una aburrida primera parte.

Como el inicio del segundo acto parecía presagiar algo parecido, decidió Anquela darle un toque al asunto. Introdujo a Linares, agitador como pasatiempo, por Yeboah. Los azules pasaron a contar con dos hombres de área, dos profesionales del gol. Cualquier tembleque en el área local podría ser letal con dos depredadores cerca.

El paso de los minutos hizo que el Albacete diera un paso adelante. El Oviedo aceptó el papel de sometido. Cotugno despejó en el área un centro peligroso antes de la respuesta visitante. Berjón encontró a Ñíguez a la carrera pero el atacante definió mal ante la precipitada salida de Carvajal. La propuesta era balón parado y contras.

De la primera opción llegó el gol. Centró Rocha, la defensa hizo un pasillo y a Carvajal se le escurrió el balón. Llegó a Christian Fernández, que empujó a la red. El 0-1, unido a la crítica desde la grada, dejaba el partido franco para los azules.

Pero la alegría no aguantó mucho. Con el Alba noqueado, Bela decidió intentarlo por su cuenta. Fue un reclamo individual ante el panorama que mostraban los manchegos como bloque. Retó a Cotugno y clavó un derechazo en la escuadra de la meta de Juan Carlos. El 1-1 chafó los planes azules. Los efectos del tanto local fueron inmediatos: como por arte de magia, el encuentro se aceleró.

El Oviedo contestó con orgullo. A priori, los intercambios de golpes suelen premiar al equipo con más dinamita. Y los de Anquela tienen un arsenal. Berjón ganó la banda izquierda, levantó la cabeza y puso un centro medido al corazón del área. Allí estaba Linares, olfato de 9 al que sin embargo parece que el duende del gol le ha dado la espalda en este inicio liguero. Su testarazo, que parecía certero, fue escupido por el larguero. En el juego de las hipótesis parece que el 1-2 podría haber finiquitado el partido.

No sucedió así y los de Aira reclamaron su turno. Araujo divisó la frontal en una conducción con escasa vigilancia. Como si el atacante local no fuera detectado por los radares. Condujo, observó el panorama y soltó el chut que, algo centrado, sorprendió a Juan Carlos. Pareció tan evitable el chut como la acción previa. En los momentos decisivos, la suerte (y algo más) no había acompañado a los carbayones.

Siguió intentándolo el Oviedo hasta el final. Centros, balones al área y una caída de Toché en la que se reclamo penalti no fueron suficientes. Los de Anquela sucumbieron en el Belmonte con la sensación de que aquello no entraba en el guión. Los errores habían pesado demasiado.