Sí pero no. En los últimos partidos el Oviedo parece que puede ganar, sacar adelante los tres puntos, pero no, no lo consigue. Se queda a medias. Por ganas no queda, eso nadie lo pone en duda. Pero es insuficiente. Al equipo le falta algo, que quizás tenga que ver con la suerte, pero también con el convencimiento de algunos miembros de la plantilla de que otro trayecto es posible, de que pueden dar más de sí.

A diferencia del anterior partido jugado en el Tartiere, ante el Zaragoza, ayer los oviedistas consiguieron jugar de tú a tú a un consistente Tenerife (con muy buenas individualidades) a lo largo de los noventa minutos. Nunca se vieron agobiados como ante los maños. Tuvieron la oportunidad de ampliar su ventaja en un contragolpe llevado por Saúl Berjón, pero no lo hicieron y al final, en una de las escasas oportunidades claras de los tinerfeños, vieron como se les escapaban dos puntos muy importantes para recuperar la confianza perdida hace ya varias jornadas, concretamente en Albacete, con una derrota ante un conjunto que pese a la victoria ante los azules ahí permanece aún en el pozo.

Anquela sigue intentando formar un centro del campo consistente, que impida a los contrarios desenvolverse con comodidad. Ayer, ciertamente, el entrenador oviedista logró durante la mayor parte del partido controlar a los peligrosos atacantes isleños. La defensa se mostró segura y así, peligro, lo que se dice peligro, el Tenerife creó muy poco, sobre todo mientras permaneció Verdés en el terreno de juego, del que se tuvo que retirar lesionado en los primeros compases del segundo tiempo. El tanto tinerfeño vino precisamente en un despiste de la parte central de la zaga ovetense, aunque también es cierto que la jugada estuvo precedida de una clara falta a Toché no pitada por el árbitro. Ensamblar una pareja de centrales no es fácil y puede que la ausencia de Verdés influyera en la consecución del tanto canario.

Dos jugadores marcan la diferencia en el actual Oviedo, dos jugadores de gran clase y muy imaginativos: Aarón Ñíguez y Saúl Berjón. Cuando ellos funcionan el equipo también lo hace. Y como ejemplo, ahí está el gol azul de ayer, marcado por el asturiano a excelente pase del ilicitano. Lo malo para el combinado de Anquela es la falta de continuidad de ambos y también su frágil fondo físico. Y es que sin ellos el equipo es como si se manejase a trompicones, por inercia. Es lo que pasó en la última fase del encuentro de anoche.

Ante esta situación, ante este paréntesis de resultados no satisfactorios, quizás sería oportuno probar nuevas piezas, dar cabida en el equipo a otros miembros de la plantilla. Seguro que Anquela está deseando contar cuanto antes con el mayor número posible de los jugadores hasta ahora lesionados para ver si encuentra el camino del triunfo.