Al menos esta vez el equipo sí fue contante: estuvo desubicado durante los 90 minutos. El estadio de Los Cármenes apareció en el horizonte para chafar las buenas sensaciones de este Oviedo, subjetivo terreno, y que las miras empiecen a centrarse en una tabla que apura, aunque, en pleno octubre, aún no ahoga. Los azules se encogieron en Granada (derrota 2-0), escenario elegido para buscar una victoria reivindicativa, hasta convertirse en un equipo pequeño, sometido por el rival, con errores graves atrás y sin peso para dominar el tempo. Una tarde que deja un agujero, más grande tras las declaraciones de Anquela, exigiendo mayor compromiso a sus pupilos. La de Granada, en resumen, fue la peor actuación del Oviedo esta temporada.

Hasta al más optimista se cayeron pronto los argumentos. Tres minutos aguantaron. Fue el tiempo que tardó el Oviedo en mostrar la primera grieta en su muro.

No hay nada peor para un equipo temeroso que un susto como bienvenida. Tanto insiste Anquela en la seguridad defensiva, en la necesidad de acabar con la portería inmaculada, que el asunto va camino de convertirse en un trauma. El velocista Machís encontró en su primera carrera el premio de un córner y los fantasmas salieron del armario carbayón. La pelota fue centrada blanda, al centro del área, ahí donde la estructura debe ser más sólida. Christian pugnó con Baena por el balón y del encuentro entre ambos salió un remate mordido, sin fe, que se coló de forma gris en la meta de Juan Carlos. A los 3 minutos, el Granada se adelantaba con la sensación de que su único mérito era haberse abrochado bien los cordones de las botas.

Tocaba remar, la situación detestada por los equipos con crisis de confianza. Dio la sensación de que Anquela había previsto un partido con salidas al espacio como respuesta eficaz al presunto dominio nazarí. El tanto local cambiaba el panorama. A los de Oltra se les olvidó cualquier prisa y al Oviedo le faltaba fútbol para mandar con la pelota. La medular formada por Forlín, Folch y Rocha estaba programada para robar y salir, no para buscar los caminos con paciencia.

El Granada olió la sangre pero no se lanzó a por su víctima, con lo que quedó alguna rendija para los azules. A los diez minutos, Toché remató de cabeza un córner pero Varas despejó ágil con los dedos. El juego careció de ritmo por parte de los dos, en uno de esos encuentros expuestos a chispazos que te saquen del tedio. Para el Granada, una situación confortable; para el Oviedo, un debate sin argumentos. Un robo con un control fallado por Toché y un centro cerrado de Christian fueron las únicas formas de protesta, sin alzar la voz, de los azules en la primera mitad.

Se esperaba una arenga en el descanso, una aparición de Anquela para agitar a los suyos. Y lo que salió de la caseta fue otro chasco. Al minuto de regresar, Baena recibió en una isla desierta con vistas al área, con tiempo para meditar todas las opciones y lanzar su mensaje en la botella. El destinatario fue Joselu, ratón del área, que empujó plácido a la red. Las opciones de reacción se esfumaron con otro golpe a la endeble coraza azul. Dio toda la impresión de que el tanto era evitable en varios de sus episodios.

El resto del encuentro fue un intento del Oviedo por intentar la reacción en base al desorden y la incapacidad del Granada para matar el partido. Tuvieron opciones los andaluces pero Juan Carlos y el poste se interpusieron entre Machís, pesadilla de Cotugno y de cualquiera que se acercara a su carril de aceleración, y el gol. Anquela intentó agitar el choque con tres defensas y Linares, Johannesson (la buena noticia, la única, de la tarde) y Mossa en el campo. Hubo mucho barullo cerca del área de Varas y una opción clara para Carlos Hernández, que el meta local despejó con reflejos.

Anquela anunció en la sala de prensa tiempo de reflexión. También de análisis. El entrenador instó a los suyos a aclarar las cosas el martes en El Requexón. Las alusiones del técnico, en caliente, fueron dirigidas a una cuestión de esfuerzos aunque a simple vista parece que el elemento futbolístico también está fallando.

Anquela pide paciencia y su trabajo desde julio lo merece. Octubre es tiempo de sensaciones por delante de los puntos pero si aquellas desaparecen, la preocupación aumenta. Por eso, el equipo necesita impulsarse ya.