Juan Forlín (Reconquista, Argentina, 1988) se tiró casi cuatro meses sin competir en un terreno de juego antes de enfundarse la azul del Oviedo en la Copa. Su último choque de la pasada campaña había sido una derrota 1-4, el 8 de abril, con el Querétaro ante el Atlas, en la liga mexicana. El argentino fue sustituido al descanso y empezaba así un periodo de incertidumbre sobre su futuro. A sus 29 años cuenta con una trayectoria notable, que incluye un breve paso por la selección argentina, además de experiencia en la Primera División española, argentina mexicana y de la exótica liga catarí.

Firmó con el Oviedo y muchos le vieron como la guinda del proyecto. Pero su adaptación se ha ido produciendo de forma progresiva. Lógico cuando se arrastra una inactividad tan marcada. "Cuando estás tanto tiempo parado, lo más complicado es la cuestión futbolística, las sensaciones, el ritmo", señala Forlín. "Puedes correr una maratón pero si no estás en la cancha futbolísticamente se nota", añade. El ritmo es un aspecto al que hacen mención muchos jugadores cuando se pasan un tiempo fuera del césped. No es tanto una cuestión física, de piernas, como de velocidad para decidir en el terreno de juego.

El primer paso en el regreso de Forlín se dio en la Copa, el pasado 6 de septiembre, y la prueba dejó la primera pista: el argentino actuó como pivote, una posición que ha desempeñado esporádicamente en algunos momentos de su carrera. Y ahí, en el centro del campo, ha actuado hasta la fecha, sumando cuatro titularidades en los cuatro últimos choques ligueros. "Yo trato de adaptarme a lo que me pida el entrenador en una posición en la que hacía mucho tiempo que no jugaba", indica el argentino, que ayer jugó de central ante el Langreo. Lo hace con la sensación de que el trabajo acabará dando sus frutos y con fe en las directrices del entrenador: "Él confía a muerte en nosotros y nosotros también confiamos a muerte en él".