Lo de Tarragona fue un alivio. Un peso de encima. Se mantenía en el entorno oviedista el runrún de los últimos años sobre los partidos fuera de Asturias. Como si el equipo se debilitara sin la fuerza del Tartiere. Es la tónica del Oviedo desde su regreso al fútbol profesional. En estos años no han faltado las explicaciones para explicar la maldición, la mayoría dirigidas al aspecto psicológico o emocional. Como si al equipo le diera miedo salir del Tartiere. El Oviedo de Anquela navegaba siguiendo las mismas coordenadas en este inicio de temporada, malos resultados y críticas a lo emocional. La suerte cambió en Tarragona, en una victoria que el Oviedo persiguió con tesón y mereció. Los tres puntos cambian el panorama: el equipo afronta con ilusión el choque de Valladolid. Todos apuntan al próximo partido, las luces cortas, pero si quiere estar en el play-off el Oviedo tiene un objetivo a largo plazo que debe superar: mejorar los números a domicilio de las dos últimas temporadas. De momento, tras 14 jornadas, los azules han logrado seis puntos fuera de casa, menos que la temporada pasada (8) y que la anterior (10 puntos).

El rendimiento a domicilio fue el gran lastre para que los azules se metieran entre los seis primeros en los dos últimos cursos. Los números no ofrecen dudas al respecto. En la campaña 2015-16, con Egea al mando, sustituido después por Generelo, los azules se acostumbraron a ganar casi todo en el Tartiere y a tropezar de forma repetida fuera. El mal final tiró por tierra todas las opciones del equipo. Analizado con tiempo, la estadística muestra que el principal defecto de aquella temporada fue el rendimiento a domicilio. Los azules terminaron aquella campaña con 19 puntos fuera de casa después de cuatro victorias, siete empates y diez derrotas. Fueron el 16.º equipo como visitante mientras que la media de puntos fuera de los seis primeros fue 31.

En el Tartiere la historia fue diferente. Con 40 puntos, los azules fueron el sexto mejor local. Les superaron el Leganés (43 puntos), Alcorcón (42), Alavés (41), Nàstic (41) y Zaragoza (41). Los de Generelo acabaron novenos, a cinco puntos del sexto.

La dinámica fue muy similar un año después, entonces con Hierro a los mandos. El Oviedo se mostró fiero en el Tartiere y apelmazado fuera. Acabó la campaña con 17 puntos a domicilio, un pobre bagaje, tras cuatro victorias, cinco empates y doce derrotas. Fue el 17.º equipo como visitante. Los seis primeros sumaron de media 26,3 puntos.

Nada que ver con el rendimiento en casa. Los de Hierro fueron el tercer mejor equipo en su estadio, con 44 puntos, solo superado por el Levante (54 puntos) y Getafe (46). El equipo acabó octavo, a dos puntos del sexto.

Con el objetivo tan cerca en las dos últimas temporadas, queda claro donde se perdieron los puntos que se necesitaban para colarse entre los seis primeros.

Y con esa idea trabaja ahora el Oviedo. Con el objetivo de convertirse en un equipo más competitivo, capaz de dar la cara en cualquier escenario. Las sensaciones no han sido tan malas hasta ahora fuera de casa pero los resultados le han dado la espalda a los de Anquela hasta el pasado domingo.

Con la victoria en el Nou Estadi, los azules suman 6 puntos después de 7 encuentros. Los de Anquela han logrado la victoria en Tarragona (1-2), han empatado en tres ocasiones (1-1 en Almería, Gijón y Barcelona) y han perdido en otros tres (2-1 en Albacete y 2-0 en Granada y Alcorcón).

Valladolid es la siguiente parada en la pelea de los azules por mostrarse, al fin, como un equipo fiable a domicilio.