"Quiero tomar un mate ahora en el autobús, llegar a casa, estar con la familia, descansar y después volver al trabajo. Queda mucho campeonato como para pensar en el play-off; eso se lo dejo a los aficionados". Si no fuera por lo del mate el discurso podía haberlo pronunciado el propio Anquela, pero el que hablaba en esos términos nada más acabar el partido que había ganado (0-2) el Oviedo en Lorca era Forlín. Lo hizo sin dejar de sonreír. Y es que el argentino está en su mejor momento desde que viste de azul.

El defensa ha conseguido ubicarse en el lugar que más le gusta, de central, y no por delante, en el medio campo, como al principio le intentó situar el entrenador. Ahí se encuentra más cómodo y el Oviedo también. Los datos lo corroboran: los dos únicos partidos de la temporada en los que el argentino ha salido de inicio como central (ante el Numancia y el Lorca) el Oviedo los ha ganado.

Anquela ha tenido que elegir entre jugar con el sistema que ha empleado siempre, el que más le convence, algo parecido a un 4-4-2, con dos pivotes, dos extremos, un mediapunta y un delantero centro; o cambiar y sacar más rendimiento a los jugadores que más cosas le pueden ofrecer. Forlín es uno de ellos. Por su trayectoria y por sus características.

Que al técnico jienense no le gusta demasiado jugar con una defensa de cinco se le nota por su reacción cada vez que se le pregunta por ello. Tras el partido del Lorca, con esa forma tan llana de hablar que tiene cuando se sale un poco del guión, respondió sobre el sistema que a él lo que le importa son "los tíos que salen al campo". Solo le faltó decir y qué más da el sistema si Forlín está a gusto.

En Lorca, el argentino fue el mariscal del campo, una muralla que se movía con agilidad y que iba varios segundos antes que los delanteros rivales. Intuía por dónde iban a ir los pases y siempre estaba en su sitio. Ese orden se lo transmitió a Carlos Hernández y a Christian Fernández. Entre los tres dieron tanta libertad a los laterales que Mossa se convirtió en una de las principales amenazas ofensivas del Oviedo.

Ya con el partido encarrilado el Oviedo dejó al Lorca jugar todo lo que quiso a condición de que no rompiera nada. El cuadro murciano podía tener el balón toda la vida pero las puertas de la zona de peligro azul estaban cerradas y los espacios por los que debían entrar los pases bloqueados. La sonrisa de Forlín tras el partido era la de alguien al que por fin le han dado la razón. "Juego donde me pongan pero soy central, donde me gusta jugar es en la defensa", dijo un día en una rueda de prensa. Anquela siguió poniéndolo por delante, con otros dos mediocentros. Pero el técnico terminó cediendo y le dejó dar un paso atrás cuando entró en escena Mariga.

Ahora las cosas funcionan, a Folch le puede acompañar Rocha o Mariga. El Oviedo ha encontrado a un jefe para su defensa. Un jefe que ya dice las mismas cosas que su entrenador: "Queda más de la mitad del campeonato, hay que seguir trabajando". Anquela probablemente duerme ahora más tranquilo.