Con Toché sucedió este año una de esas paradojas que hacen del fútbol un deporte imprevisible. Hasta que su menisco dijo basta en Alcorcón, jornada 12, el delantero murciano había jugado con Anquela todos los partidos de titular, nueve de ellos completos. No sólo eso, sino que había sido uno de los más destacados de un Oviedo entonces desconcertante, con mejores sensaciones que resultados y juego, todavía desprovisto de la tecla mágica del sistema de cinco defensas que lo cambió todo. Héroe en El Molinón, el ariete cayó en Alcorcón, como también cayó el equipo, pero era uno de los que se salvaba de la quema general: sus cinco goles y su esfuerzo infinito le convertían en indiscutible.

Por eso, cuando su rodilla gripó y el doctor Pedro Guillén cifró en dos meses su recuperación, se encendió la alarma entre el oviedismo. ¿Y ahora qué?

Anquela hizo lo que haría cualquier entrenador coherente como él: tirar del delantero que tenía en la plantilla. Nada de probaturas con jugadores fuera de puesto. Entró Linares, hasta entonces con poco carrete en la temporada, y lo bordó. El equipo cambió el sistema y creció tanto que, sin Toché, quién lo iba a decir, llegó hasta su mejor momento de la temporada. Hasta hoy.

"Creo que con respecto al juego, al ambiente que se respira, ese positivismo, ese respaldo de la afición, creo que es el mejor momento", admite Toché. "Fuera de casa hemos mejorado mucho, era nuestro punto débil. Vamos con buena dinámica y creo que vamos a estar arriba todo el año", pronostica.

Toché, 35 años desde el uno de enero, es un tipo claro que habla con naturalidad y franqueza. Con esa sensatez asume ahora, que está de vuelta, que la plaza la tiene cogida por el asa Linares, compañero y amigo del murciano. También competencia. Bendita competencia. "Tenemos una relación inmejorable", se arranca el delantero, "creo que él cuando ha estado de suplente ha sido un excelente compañero. Y ahora me toca a mí serlo. Linares es de lo mejorcito de la categoría como delantero. Ahora soy yo el que tiene que esperar y ponérselo difícil al entrenador".

En eso está. La rodilla está "perfecta" porque el parón navideño "me vino bien". Le falta, dice, coger algo de forma y sobre todo el toque de balón, "que es lo primero que se pierde". "El físico ya se irá cogiendo con partidos", reconoce. Con partidos como el de Vallecas, contra el Rayo, equipo que "juega bien y combina bien", dice Toché, pero que no se esperen los de Míchel que se van a encontrar un Oviedo como el del primera vuelta. "Somos diferentes, ahora tenemos las ideas claras, cuesta mucho hacernos gol. Sabemos que si ganamos nos ponemos ahí arriba apretando a los dos (Cádiz y Huesca)", asevera. La oportunidad está ahí, en Vallecas, un viernes por la noche en Madrid, con todo el fin de semana por delante.