Tendría unos 50 años, gorro azul, barba, gafas y una bufanda de lana al cuello. Siguió el duelo solo, dos filas por delante de las incomodísimas cabinas de prensa de Vallecas. Al término del partido, se acercó por azar a la de este periódico y desde el otro lado de la ventanilla descargó su sentencia: "Teníamos que haber ganado y es una pena, pero con este Oviedo al fin del mundo. Somos durísimos".

"Con este Oviedo al fin del mundo". Seguramente haya pocos oviedistas, si es que queda alguno, que no compartan semejante sensación a la hora de escrutar al grupo de Anquela. Al Oviedo se le fue la victoria en Vallecas por un penalti en contra, igual que se le privó en Huesca por otro errado y un regalo. Los matices, los famosos matices, son montañas en Segunda. En el campo del líder y en el del quinto clasificado, los azules no sólo compitieron como jabatos, sino que estuvieron cerca de ganar. No lo hicieron, pero tampoco perdieron, que ya es cosa aceptable teniendo en cuenta la igualdad de esta categoría. Doblada la Liga por la mitad, se sabe que a este Oviedo ya no se le escapa el alma al primer resbalón. Los arañazos, tengan nombre de delantero o de árbitro, lejos de hundirle ahora le hacen más fuerte. Esa capacidad de sobreponerse siempre, ese barniz indesmayable que emana de su entrenador han recubierto al equipo de un caparazón que hoy transmite seguridad y confianza.

El Oviedo está en la buena onda y lo demuestra cada partido, gane o no. Ya no hay malos augurios en las previas y eso de por sí es un salto grande respecto a, por ejemplo, el año pasado. Ya no existe ese punto de pesimismo inherente en visitas como la del viernes. El Oviedo es ahora un equipo maduro y de fiar, que cree en lo que hace y que da síntomas de poder ganar donde sea y contra quien sea. Ése es el gran mérito de Anquela en estos siete meses escasos en el timón, haber hecho del Oviedo un equipo rocoso y con una identidad con la que se siente representada el oviedismo. Quién iba a decir hace meses que un empate en campo del quinto iba a dejar ceños fruncidos. Ahí la prueba de la madurez azul.

Un equipo hecho desde la defensa. Al técnico le costó unos meses encontrar la famosa tecla, descubierta en el descanso del partido ante el Lugo, jugado en noviembre. Anquela es un tipo de ideas fijas que ha demostrado flexibilidad, por más que haya tardado en entregarse de verdad al sistema que ya nadie discute. El dibujo con tres centrales permite tener siempre superioridad en área propia y a un tipo liberado del marcaje con capacidad para ordenar, liderar y barrer cualquier sobresalto inesperado, como Forlín. Hay muchas piernas escudando a Alfonso y a los rivales les cuesta un mundo crear ocasiones claras desde la posesión. Desde la última derrota en Valladolid (18 de noviembre) han pasado siete partidos y el Oviedo ha recibido cuatro goles: sólo uno de ellos, el de Chori el viernes, fue una jugada elaborada. El otro fue tras un penalti (Trejo en Vallecas), tras un regalo de Alfonso (Gallar en Huesca) y tras un córner (Higinio con el Numancia en el Tartiere).

El paso adelante fuera: puntos en ocho de los doce partidos a domicilio. El Oviedo se ha aplicado también en su asignatura pendiente en los últimos tiempos: los partidos lejos del Tartiere. Los azules han logrado por fin sacudirse el complejo y dar la cara allá donde van. Esto tiene mucho que ver con la confianza y la fortaleza mental que ha conseguido implantar Anquela en el grupo. Los estadios rivales ya no son de arenas movedizas. Un dato: de los doce partidos que ha jugado el Oviedo fuera, en ocho ha logrado puntuar. El balance hasta la fecha es de tres victorias, cinco empates y cuatro derrotas. La tendencia, además, es positiva. Los azules han logrado encadenar cuatro partidos fuera sin perder, más que en toda la temporada pasada.

La capacidad para remontar y la gestión del tempo de los partidos. El Oviedo de Anquela tiene una serie de automatismos identificables. Uno de ellos es la gestión del tempo. Se ve en los inicios de los partidos. A diferencia del año pasado, los azules suelen salir intensos y mandones. Buscan hacer bingo lo antes posible, clave en esta categoría, para, ya con el partido por el asa, matar a la contra con la pegada y la magia de los de arriba. Ya se sabe que el Oviedo está cómodo cediendo el balón, yendo de tapadillo. Siempre, eso sí, con el hacha preparada.

Los de Anquela tienen recursos para sobreponerse a las desventajas. No les afectan tanto como antes, cuando les temblaban las piernas con el primer revés. Huesca y Vallecas son dos claros ejemplos de esa capacidad para superar escenarios adversos. También el triunfo ante el Nàstic en Tarragona y el empate de El Molinón. El Oviedo lleva este año cinco remontadas (Sporting, Barça B, Lugo, Huesca y Rayo), el mismo número de veces que no supo conservar la ventaja (Almería, Zaragoza, Tenerife, Albacete y el viernes frente al Rayo). El de Vallecas, sin embargo, dejó sabor agridulce por el paso atrás de los azules en superioridad.

Sin dependencia de los delanteros: una defensa con gol. Aunque el gol está muy repartido, Ñíguez y Berjón capitalizan el caudal ofensivo azul, con Linares y Toché como referentes. Sin embargo, sorprende la imponente influencia de la defensa en el zurrón goleador. Los zagueros carbayones acumulan este curso 10 de los 34 tantos, casi un tercio, una barbaridad. Carlos Hernández, con cinco, lleva los mismos goles que Berjón y Ñíguez y es el defensa más anotador de la categoría. El dato también prueba la influencia de otro de los fuertes del grupo de Anquela: el poderío a balón parado. En Vallecas, los dos tantos llegaron en dos córneres. La pizarra funciona y aquí emerge Berjón, exquisito toque, segundo máximo asistente de Segunda con ocho pases de gol.

Un tramo clave con el derbi y la visita a Cádiz. Con la Liga en su segundo acto, entra en juego el goal average. El Oviedo lo tiene perdido con el Rayo. Ahora, en plena cuesta de enero, vienen compromisos que pueden apuntalarle arriba. El sábado llega el Almería, donde Anquela tendrá que improvisar una defensa y se examinará a la que es ahora la segunda unidad, tipos como Varela, Verdés, Cotugno y Valentini. Después toca visitar al correoso Reus antes del derbi ante el Sporting en el Tartiere. Un buen resultado ante su máximo rival se advierte emocionalmente clave para visitar en El Carranza al Cádiz, el equipo más en forma. Si los azules salen reforzados de este póquer de partidos, habrá quien piense ya en cotas mayores.

Fichajes. Para ello, para pensar en grande, se advierte necesario dar otro pequeño salto con retoques en la plantilla. Anquela le está sacando un rendimiento muy alto. Entre otras cosas, para eso se le fichó. Es un especialista. Pero hay posiciones que deben ser reforzadas porque es de suponer que llegarán bajones. Todavía queda mucho. El Oviedo busca un delantero y un jugador de banda derecha con vocación ofensiva. El club, no obstante, no tiene prisa en un mercado complicado. A Fabbrini, que puede regresar esta semana a Oviedo, se le considera un fichaje y se confía también en la cantera. La idea sigue siendo incorporar a uno o dos jugadores para afrontar con más fondo de armario lo que falta, que promete ser apasionante.