Álvaro Cervera, técnico del Cádiz, aprovechó la sala de prensa del Carranza para lanzar un guiño al Carnaval. "El que no sepa a qué jugamos? No es de Cádiz", dijo. Y la sección local del auditorio estalló en una carcajada. La frase era una referencia directa a Manolo Morera, uno de los "cuarteteros" más ingeniosos del Carnaval. Apagadas las risas, el técnico analizó lo sucedido: "El Oviedo ha hecho un gran partido. Ha habido un momento en el que se han puesto a tocar la pelota en el que se pudo ver su gran calidad". Servando, el capitán, secundó esa opinión: "El Oviedo es un auténtico equipazo".

Lejos de Oviedo, a los azules se les ve como un serio candidato al ascenso. Hace tiempo que las dudas quedaron atrás y se habla del ascenso sin ambages. En Cádiz, los azules se dejaron la racha más fructífera del momento en Segunda, pero nada más que eso. La esencia del equipo (ordenado, sólido atrás, determinante a balón parado y peligroso con espacios) se mantiene intacta. La derrota acaba con una racha magnífica, sí, pero mantiene inalterable el camino.

Idéntica receta. El resultado da la espalda al equipo pero no ensucia su imagen. El Oviedo cayó fiel a sus ideas, compitiendo de la misma forma que le ha erigido en los últimos tiempos como un equipo que asusta allí a donde va. Sucedió algo parecido a lo visto en Sevilla, cuando fue Yeboah el que vio la tarjeta roja en la primera mitad. Acostumbrado a entregarse en cada encuentro, el equipo no tuvo problemas en hacer un esfuerzo extra. Anquela decidió descubrir un poco más su defensa y que el libre, Forlín, se adelantara a la medular. Ahí estaba la batalla. El equipo controló al Cádiz hasta los últimos 25 minutos. Se hizo con el mando, defendió con orden y trató de salir a la contra. Hizo lo más difícil, el gol, en una jugada a balón parado. Se derrumbó al final, cuando divisaba tierra firme. En líneas generales, la imagen del equipo, al margen del resultado, es la de un conjunto guerrero, preparado para cualquier contienda. También para un posible play-off.

Sin excusas. Preguntado en varias ocasiones por la labor arbitral, Anquela sólo entró a valorar la acción de Rocha en su última respuesta. Expuso que para la gente que ha jugado al fútbol no era ni falta. Pero antes, el técnico había dejado claro que el partido no queda condicionado con esa acción. Para el técnico, el Oviedo pudo ganar con diez si no fuera por algunos fallos en momento puntuales. Anquela nunca busca excusas, se dedica a superar las adversidades. Lo demostró con la plaga de lesiones y, ahora, tras una actuación arbitral en contra, mantiene inalterable su discurso.

Errores que pesan. El partido también deja defectos a corregir, como en cualquier derrota. El fuerte se desmoronó a partir del minuto 70. Influye la decisión arbitral, por supuesto: es difícil mantener controlado a un equipo eléctrico como el Cádiz cuando tienes que pelear con uno menos. Pero los goles cadistas parecen evitables. El primero es un chut imparable de Perea que, previamente, recorta en el área a Johannesson y a Cotugno. Ningún jugador azul llega en la ayuda del defensor al que encara Perea. El segundo duele más, al llegar en un córner, donde las fuerzas se igualan y no influye tanto el número de jugadores en el campo. Servando remata cerca del área pequeña imponiéndose a dos especialistas como Verdés y Carlos Hernández. Dos acciones que se pueden evitar.

El gol-average particular. Con los azules volcados, Salvi dispone de dos ocasiones inmejorables ante un inspirado Alfonso. El meta evita el tercero, lo que supondría no solo la sentencia, sino algo más. De haber hecho otro gol, el Cádiz le hubiera ganado el gol-average particular al Oviedo. Un detalle a estas alturas que, sin embargo, puede ser decisivo al final de campaña. De momento, ante los rivales de arriba, el Oviedo tiene igualado el gol average con el Cádiz (no cuentan los goles fuera de casa para desempatar), se lo tiene ganado al Sporting y lo pierde con el Rayo.

El fondo de armario. Que el Oviedo ha encontrado su rumbo es indiscutible a estas alturas. Puede gustar más o menos, pero la ruta está fijada. Ahora queda por comprobar si el equipo tendrá gasolina para aguantar ese ritmo trepidante que imprime Anquela en cada batalla. Para lograrlo, parece importante la participación de una plantilla amplia. Sin embargo, los cambios en las últimas jornadas parecen demostrar que Anquela no lo tiene tan claro cuando mira al banquillo. Hombres como Hidi o Mariga, llamados a tener peso, han caído en el olvido. La participación de todos los elementos de la plantilla será importante en una competición tan extenuante.