El Oviedo subió la cuesta de enero (y parte de febrero) de una forma aseada y digna, con alguna que otra herida de guerra, pero con buena nota. Los azules coronaron esta primera rampa del año, posiblemente de las más empinadas de la carrera, con un meritorio saldo de nueve puntos sobre 18, la mitad del botín. Tres empates fuera (ante Huesca, Rayo y Reus), dos victorias en casa (Sporting y Almería) y la derrota de ayer en Cádiz.

Si se estruja el análisis y se va al detalle, el balance es positivo: fueron seis partidos, cuatro de ellos fuera de casa y cuatro ante rivales de la zona alta de la clasificación. De todo ello, un solo resbalón (Cádiz) que llegó como llegó y la sensación de haber podido cantar bingo frente a oponentes enjundiosos como el líder Huesca (aquel error de Alfonso) y el Rayo Vallecano, en aquella fría noche en Vallecas calentada por el díscolo Pérez Pallas.

Aunque en puntos se quedó en la mitad, el equipo ha confirmado en estas primeras semanas del año que está listo para opositar a la Primera División. Ya nadie discute el sistema, ni siquiera la alineación (recitada hoy en día de memoria), y pocas dudas hay sobre su capacidad competitiva. Anquela ha logrado hacer del Oviedo un equipo guerrero, con oficio, que muerde, indesmayable, seguro de sí mismo y preparado para cualquier batalla y también para cualquier revés, como demostró en Cádiz. Habrá que ver, eso sí, cómo maneja el técnico jienense la sobresaturación de minutos de algunos jugadores como Folch (ha disputado todo hasta el momento) y si la segunda unidad (Hidi, Mariga o Fabbrini) estará preparada cuando le toque comparecer en la recta final de la Liga, que ya se sabe es donde se decide casi todo.

Superado este repecho, al Oviedo le llega ahora un tramo aparentemente más favorable. Aparentemente. Cinco de los próximos seis rivales de los azules están hoy situados de la mitad baja de la clasificación. Los próximos cuatro encuentros son ante el Albacete, el Zaragoza (fuera), el Barcelona B y el Tenerife (fuera). Por muy anecdótica que pueda ser hoy la clasificación de los equipos, igualadísima como es esta carrera a pecho descubierto en la que sólo el Huesca lo ve más claro, la realidad es que los cuatro próximos rivales de los azules están situados del puesto once hacia abajo. En la primera vuelta, el Oviedo no consiguió ganar a ninguno de ellos (derrota ante el Albacete y empates frente a Zaragoza, Barça B y Tenerife). Aquí un motivo más para hincarles el diente y arrimar el gol-average. Tras ellos asoma el Granada, un candidato al ascenso que visita el Tartiere, y se viaja a Córdoba, otro que lucha por mantener la categoría.

Si se enciende la luz larga y se aleja el foco, el calendario del Oviedo cuenta más partidos en el Carlos Tartiere que en a domicilio, un mini punto para los de azul. Nueve partidos en casa y siete fuera, con dos de esas salidas a Lugo y a León, con el consiguiente desplazamiento masivo de la afición azul.