El Tenerife sonríe desde la llegada de Joseba Etxeberría al banquillo. Juega, crea ocasiones, marca goles y, además, gana. El entrenador vasco ha revitalizado a un equipo con la moral tocada en la última etapa de Martí. El cambio parecía obligado. La directiva chicharrera apostó por un entrenador sin kilómetros en el fútbol profesional, una estrategia muy similar a la que le abrió las puertas a Martí, y previo pago de 20.000 euros al Amorebieta el exinternacional español asumió el reto. El Tenerife ha acelerado y el Oviedo, en su bajón más pronunciado de la temporada, se medirá a un rival en alza que suma con el nuevo entrenador 10 de los últimos 12 puntos en juego. Un reto mayúsculo para los de Anquela. El foco ofensivo ha sido el gran beneficiado con el cambio de rumbo: el Tenerife de Exteberría ha hecho 11 goles en cuatro choques.

Berjón reflexionó ayer sobre las rachas de los equipos en Segunda, relativizando las dinámicas. Tiene su punto el razonamiento del asturiano cuando se refiere a una competición tan igualada, en la que la sorpresa siempre entra dentro de los parámetros. Pero no debe descuidar Anquela la vigilancia al frente de ataque rival. En las últimas semanas ha destacado Juan Villar, que acumula cinco goles desde la sucesión en el banquillo y que se erigió en Tarragona como el héroe con un doblete. Pero el partido no pudo ser redondo: salió del campo lesionado y las pruebas han revelado los peores pronósticos. Tiene una rotura en los isquitiobiales y estará de baja al menos un mes. Las lesiones son la cruz del atacante insular.

La ausencia de Villar lastra las opciones ofensivas del Tenerife y le da aire a los azules. El atacante se había convertido en la bestia negra del Oviedo en los últimos tiempos. Su historia se remonta a aquel play-off de ascenso a Segunda que culminó con lágrimas de alegría en Cádiz. En aquella eliminatoria, el extremo fue el más brillante entre los cadistas: De sus botas nació la asistencia que Jona empujó a la red en la ida y suyo fue un chut al larguero en la vuelta. Ya en Segunda, su instinto se afiló. En la 2015/16, Villar anotó uno de los dos tantos del Valladolid en la victoria azul por 2-3 en Zorrilla y se desquitó en el choque de la segunda vuelta con un triplete en el 2-4 de los pucelanos. El curso pasado no tuvo tanta suerte pero en el presente, ya en la primera vuelta, volvió a perforar la meta azul en el 1-1 del Carlos Tartiere.

Pero la labor de recuperación de Villar no es el único mérito de Etxeberría. El entrenador ha logrado despertar a otros dos arietes, en fase de reposo hasta su llegada. Longo, 11 goles en la competición, rompió ante el Alcorcón una racha de 8 encuentros sin marcar. Malbasic, 6 dianas, hizo lo propio ante el Córdoba y puso fin a 11 choques sin acertar ante la meta rival.

Para intentar frenar el caudal ofensivo de los chicharreros, Anquela apostará por el sistema marca de la casa con tres centrales y dos carrileros. La labor defensiva está siendo redonda en los últimos tiempos en el Tartiere: en los empates sin goles ante Albacete y Barça B, Alfonso no tuvo que intervenir en exceso. Pero fuera de casa, el margen de mejora es evidente: el equipo recibió dos tantos en Cádiz y otros dos en Zaragoza. Esa fragilidad en ambas citas fue la que alejó a los azules de regresar a casa con el botín deseado.