En las semanas en las que el Oviedo avanzaba a zancadas en Segunda, diez semanas sin perder partido, destacaba el trabajo de las bandas, las alas de un sistema que volaba. Anquela salió del primer callejón de la temporada por medio del método ensayo-error. Llegó al dibujo de dos carrileros tras diversas probaturas y ahí, con ese sistema, se plantó. Había encontrado la solución a los problemas con un dibujo que, por encima de todo, explotaba las virtudes de sus futbolistas. Con el nuevo esqueleto, la zaga era firme, Johannesson y Mossa se convertían en dos puñales, a Folch y Rocha se le simplificaba el trabajo y Berjón y Ñíguez vivían con más libertad para improvisar. Todo fluía con más armonía. No es que Anquela hubiese impuesto un sistema y los jugadores se hubieran adaptado; sino que las condiciones de los futbolistas impulsaron un dibujo concreto. Ahora que las cosas no marchan tan bien y que el rendimiento de algunas piezas ha descendido, podría llegar el momento del cambio. En la segunda mitad del choque ante el Tenerife se vio un buen ejemplo: Fabbrini hizo de mediapunta en un 4-2-3-1 con mayor vacación ofensiva.

Los momentos de forma. Parece evidente que Johannesson y Mossa han perdido decisión, que Aarón no encuentra tantas vías y que los delanteros llevan algunas semanas de espaldas al gol. Incluso a los centrales se les ve más inseguros, menos férreos. El 5-4-1 servía para subrayar las características de algunos futbolistas que en las últimas fechas no han logrado mostrar su mejor versión. Ahora, el paso a otros actores puede llevar aparejado un cambio de dibujo. Si la irrupción de Johannesson y Mossa dio paso al 5-4-1, la entrada en escena de Fabbrini podría dar lugar a otro cambio en la libreta. El italiano vive más cómodo en la media punta, una posición incompatible, al menos de partida, con la estructura actual.

La prueba del Heliodoro Rodríguez López. Las alteraciones en el sistema son un recurso típico de Anquela cuando las cosas no van bien. Al jienense no le ha temblado el pulso para intentar darle la vuelta a una situación desde el banquillo. Ante el Tenerife, un simple retoque -Fabbrini por Mossa- dio paso a un equipo nuevo. Jugó entonces el Oviedo con un 4-2-3-1 que le permitió llegar de forma más clara al área rival pero también asumir múltiples riesgos. A esa propuesta aún le faltan ajustes como demostró cada contra dañina del Tenerife.

Jugadores a recuperar. Anquela cuenta a su disposición con una plantilla amplia, con alternativas en todos los puestos. Con perfiles diferentes para adaptarse a cada situación. La realidad sin embargo limita esa aportación a un grupo reducido de 14 o 15 futbolistas. El choque de Tenerife deja en una posición delicada a Mariga y Hidi, sin minutos cuando faltaba Folch. Forlín hizo de pivote. Otros elementos como Valentini, Pucko o Varela tampoco parecen contar con oportunidades. Con tres meses aún por disputarse parece un factor trascendental el fondo de armario. Anquela tiene ante sí un reto en la gestión de la plantilla: lograr que el núcleo de futbolistas con más protagonismo se amplíe. Los que llevan más kilómetros lo agradecerán.

Los agitadores. La segunda unidad, los encargados de aportar frescura desde el banquillo, es otro factor a tener en cuenta. El ejemplo más claro es el del canterano Viti, llamado a convertirse en factor importante en las segundas partes.