En la sincera intervención de Anquela tras caer en Soria, no es el entrenador de poner paños calientes, hay una reflexión que, interpretada en su contexto, sirve para resumir el momento que pasa el Oviedo en la actualidad. "A la mínima nos convertimos en un equipo frágil", explicó con amargura. Esa sensación de fragilidad, de equipo que en ocasiones parece cogido con alfileres, es la que está provocando que el Oviedo haya ralentizado su ritmo. Justo en el peor momento posible.

La propuesta futbolística. El debate futbolístico siempre ha estado ahí. El Oviedo de Anquela se ha sentido más seguro en la competición cuando el que ha expuesto ha sido el rival. Tampoco en los mejores momentos, el equipo no ha exhibido un juego exquisito, pero competía como ninguno. Y eso, como bien defiende el jienense, también es jugar bien al fútbol. El Oviedo de diciembre, el ejemplo de equipo que coqueteó con el ascenso directo, lograba camuflar sus deficiencias futbolísticas con una propuesta intensa, un choque cuerpo a cuerpo de que solía salir vencedor.

Un equipo cómodo. El mejor Oviedo se ve cuando el rival se siente incómodo en el campo. Los azules son un equipo antídoto: su mayor virtud es anular las virtudes de su enemigo. En ese juego, cuando el rival está apagado, sometido al ritmo que quiere Anquela, ahí es donde el Oviedo reina. A los azules les interesa que se jueguen con sus armas. En Soria, Arrasate sintetizó la clave del choque en un par de ideas: "Igualamos al Oviedo en intensidad y logramos imponer nuestro fútbol".

En las últimas semanas, los rivales no se han sentido incómodos. El Valladolid y el Numancia fueron fieles a su estilo. Al Lugo sí le costó encontrar a sus pivotes, generadores de juego, y en el juego de limitar las ocasiones salió vencedor el Oviedo. Pero hay más casos en la segunda vuelta de conjuntos no apurados por el Oviedo: Albacete, Zaragoza o Tenerife son tres de ellos.

El debate del gol. Toché se mantiene apagado y Linares trata de rentabilizar sus minutos. Ninguno de los dos firmará el curso más brillante en cuanto a goles. Y el equipo lo echa de menos. En ese punto cabe plantearse el debate: ¿Falta de acierto de los atacantes o el problema es que el juego no les beneficia? En todo caso, parece que la configuración de la plantilla ha cojeado en este punto. La apuesta por la veteranía de Toché y Linares ha dado como resultado 12 goles hasta la fecha. Se echa en falta alguna alternativa que ofrezca cosas diferentes. Olmes estaba llamado a cumplir ese rol pero un fuerte esguince le mantiene al margen. Steven sí lo ha logrado es los pocos minutos en los que ha participado, pero su carrera se detuvo ahí, en la tarde de gloria ante el Granada.

Analizado el momento de los delanteros, parece injusto sin embargo atribuirles toda la responsabilidad anotadora. Los centrocampistas que antes veían puerta con facilidad han bajado el ritmo en la segunda vuelta.

El calendario, la tabla a la que agarrarse. Quedan cinco semanas por disputarse. Un mundo. Más aún en una competición tan dada a la sorpresa. Lo que hoy es negro en un par de semanas puede ser blanco. Anquela fue sincero cuando en Soria le preguntaron cómo se salía de esta situación. "Ganando en casa", dijo, "pero jugando así no ganamos a nadie". Hay tiempo, sí, pero el cambio tiene que ser drástico. Llega el Lorca el domingo al Tartiere ya descendido. En la misma situación los hará el Sevilla Atlético en dos semanas. Dos choques que se dan por ganados y sobre los que pesa la advertencia de Anquela: el Oviedo debe recuperar las buenas costumbres si quiere seguir vivo. También ante los conjuntos descendidos. Ahí está la clave para estar en la pelea por los seis primeros