Valcarce, un metro y 75 centímetros, apenas tuvo que levantar los pies del suelo para enviar, de perfecto cabezazo, el balón a la red. Valga como atenuante el centro medido (potente y preciso) de Íñigo Pérez, el que ejecutó con maestría. Pero el tanto, el segundo del Numancia el domingo, duele a cualquier entrenador se mire por donde mire. Más aún en el caso de Anquela, técnico que concede una importancia máxima a la estrategia. Consciente de la igualdad que domina la Segunda División, el jienense suele ser insistente cuando se trata de trabajar la pizarra. Por eso ha logrado situar al Oviedo como uno de los equipos más eficaces a balón parado. Pero esa fortaleza ha decaído en los últimos tiempos. Con el de Soria ya son siete jornadas sin anotar un gol de estrategia.

No parece casualidad que el peor momento de la temporada (o al menos el primero en el que el equipo acumula dos derrotas seguidas) coincida con la sequía del laboratorio de Anquela. Las jugadas de estrategia se han convertido a lo largo del curso en algo más que un recurso para desatascar los partidos: en momentos del campeonato parecía incluso el arma más fiable de los azules. Se trataba de defender con orden y esperar que los centros milimétricos de Berjón encontraran un destinatario azul en el área rival.

La sana rutina se ha roto en las siete últimas semanas, en las que el equipo ha logrado 10 de 21 puntos en juego, un saldo que les mantiene fuera del play-off. En este plazo, los de Anquela han logrado seis tantos. Sólo uno de ellos admite un matiz que le relaciona con la pizarra. Forlín marcó ante el Granada, en una continuación de un córner en la que tanto él como Carlos Hernández se habían quedado en el área en busca del rechace. Varas falló en su salida y el argentino anotó el momentáneo 1-1, pero la jugada no es la típica de estrategia.

Los otros cinco tantos fueron en jugadas colectivas: Steven también ante el Granada, Fabbrini en Córdoba, Johannesson en Lugo, Berjón frente al Nàstic y Linares contra el Valladolid. Nunca antes en la temporada, el Oviedo había estado tantas semanas sin marcar en una jugada a balón parado.

El análisis de lo sucedido en las últimas semanas duele más por el saldo de goles en contra. Valladolid y Numancia, en las dos jornadas más recientes, han encontrado grietas en el muro azul en cuanto a balón parado defensivo se refiere: tres goles así. El Valladolid hizo el segundo en un córner enviado por Plano que Folch introdujo en su propia portería en su afán por desviar. En Los Pajaritos la experiencia fue peor. Valcarce hizo el 2-0 en la jugada ya descrita. En la segunda mitad, con el equipo en busca de la reacción, llegó el último mazazo: otra vez Valcarce disparó a la red en una falta frontal que había originado una serie de rechaces que los defensas azules fueron incapaces de despejar.

A pesar del mal momento, los de Anquela siguen siendo una de las referencias en cuanto a balón parado se refiere. Los azules son el equipo que más goles han hecho de córner (10) en Segunda por delante de los ocho logrados por Numancia, Huesca y Rayo Vallecano, equipos que están metidos de lleno en la lucha por el ascenso directo y el play-off. El 21 por ciento del total de sus tantos ha llegado de esta forma, lo que supone el porcentaje más alto entre los equipos de la categoría igualado con el Sevilla Atlético, para el que 5 de sus 24 tantos han sido logrados tras saques de esquina.