Seguramente, el sistema mostrado ayer fuera el primer impulso de Anquela para el Oviedo. Un 4-2-3-1 que tenía reservado el rol de mediapunta a Fabbrini, llamado a marcar diferencias por detrás del delantero. Pero llegó entonces la grave lesión del italiano y tocó reinventarse. Quién sabe qué hubiera sucedido con el plan A, el que había diseñado Anquela para el Oviedo. Si le queda al menos al jienense, aparentemente, la oportunidad de volver a intentarlo el próximo año. Será con la configuración de la plantilla del próximo curso cuando se compruebe qué busca el entrenador, qué tipo de juego quiere mostrar en su segundo intento.