Pocas horas después de que un correo electrónico agitara el lunes Ayuntamiento, el Oviedo anunciaba en su Twitter dos datos que corroboran su excelente salud: su récord histórico de abonados (20.796) y su récord histórico de capital social (más de 18 millones). El mail, recibido a última hora del día en los despachos consistoriales, llevaba adjunto un informe de 36 páginas de la empresa Eurokonzer (Dungarvan) que detallaba el valor actual de marcas del Real Oviedo, hoy propiedad municipal. La cifra, en su último punto, el siete, era inequívoca: 4,8 millones de euros, escrito primero en número y después en letra mayúscula.

Mes y poco después de que fuera encargada, el Ayuntamiento tenía, pues, la tasación prevista para iniciar el proceso de venta de las marcas al club. En el gobierno no esperaban tan pronto el informe y con un poco de suerte llegaría en verano y pillaba a alguno de vacaciones. Marrones para otro. Pero no, ahí estaba: 4,8 millones de euros, 1,8 más de lo que había pagado por ellas el Ayuntamiento en 2009. Una revalorización del 60% en 9 años que ponía picante a un asunto que trae de cabeza al Oviedo y el Ayuntamiento. El club quiere recuperar las marcas por un precio que crea justo y el Ayuntamiento no quiere, atrapado por su decidida defensa de lo público, malvender a una empresa privada lo que hoy es precisamente un bien público.

El caso es que el lunes la tasación estaba ahí. ¿Y ahora qué?

De la existencia de la tasación, de los 4,8 millones, sabía muy poca gente en el gobierno y en el Ayuntamiento. Así que lo primero que se ordenó fue máxima discreción. Ni una palabra a nadie. Ganar tiempo para avisar al Oviedo de que el valor actual de las marcas que querían recuperar era ése y de que por ahí debía empezar la negociación. Si querían comprarlas, se partía de ese precio. Pasó el martes. Pasó el miércoles.

Y llegó el jueves y este periódico desveló la cifra. Los 4,8 millones cayeron a plomo en las dos instituciones. El Oviedo, incrédulo por enterarse por el periódico, mostró rápidamente en privado su postura: no pagará esa cantidad. Y en el gobierno se imponen las explicaciones. Se cruzan wasaps de reproches antes de pasar a la acción. El Alcalde, molesto por la filtración, contacta con el club para tranquilizarlo. En las explicaciones que le da a la entidad busca atajos protectores. El primero, culpar al mensajero. Viejo truco. Viene a decir que esa cifra, la de los 4,8 millones, está afilada. Que consta en el informe pero que no sería exactamente así finalmente. Luego habla con sus asesores y encuentra una rendija: los 4,8 millones tienen IVA. El informe, que no es vinculante, no dice nada de IVA, pero le sirve el argumento porque, al parecer, en 2009 se compró por 3 millones cuando eran 3,7. Sin IVA, pues, no serían 4,8 sino en torno a 4. La revalorización no sería del 60 por ciento sino del 30. El Oviedo, sea una u otra, se mantiene firme: no pagará, bajo ningún concepto, más de los tres millones de 2009. Y que acepte pagar esos tres millones está por ver. Difícil.

Mientras el Alcalde lidia por un lado, su principal socio en el gobierno, Somos, despechado también por enterarse por el periódico, huele sangre y rédito electoral y contraataca. A primera hora de la mañana, Ana Taboada, que desconocía el resultado del informe, manda un mail a todos los concejales pidiendo explicaciones. Es concreta y seca. Como si fuera alcaldesa. Quiere reunión inmediata de todos. Algún compañero le contesta entonces que bien, pero que se puede aprovechar esa cita para hablar del lío de los contratos menores o el engaño de los presupuestos participativos. Silencio. Queda en nada. Paralelamente al mail de Taboada, Rubén Rosón, segundo de Somos, calma a los tuiteros oviedistas enfurecidos. "Nuestra propuesta es no hacer negocio con las marcas",tuitea. Son las nueve y tres minutos de la mañana. Es un cornazo a sus socios, porque Rosón no aclara nada. No aclara si su partido está dispuesto o no a vender las marcas (un bien público) al Oviedo (una empresa privada), si prefiere dejarlo como está o no. Sólo se limita a ponerse la camiseta del Oviedo, consciente de que es la ganadora, y a lanzar un eslogan. Habla de líneas rojas. Al día siguiente, Taboada hace lo mismo.

En el PSOE, el edil Diego Valiño, también le pone al PSOE la azul y tuitea algo similar, sin chicha: "Tanto el Alcalde como el Oviedo están en la línea de que las marcas regresen al club sin que ninguna de las partes se beneficie del otro". IU, al que el asunto le pilla todo en carne viva por la reciente muerte de Triqui, tampoco se queda atrás y manda: "Tenemos voluntad de que las marcas vuelvan al Oviedo", dice Cristina Pontón, y habla de consultar si habría problemas legales si se baja la cifra. El informe no es vinculante, no los habría.

Bajado el hinchazón mañanero, la cosa se calma. El Oviedo prefiere evitar las declaraciones públicas. Solo traslada que no pagará esa cantidad. Su postura es lógica. Si las marcas se han revalorizado es gracias al buen hacer de Carso, que ha saneado a la entidad y la ha puesto en órbita. El club, que le da mucho a la ciudad, pide que se le facilite la recuperación de las marcas porque tenerlas en propiedad, además de resolver la engorrosa situación actual relativa al convenio, le permitiría firmar patrocinios a largo plazo. En su momento, el Oviedo planteó que de los tres millones el Ayuntamiento le descontara los 60.000 euros al año que lleva pagando desde 2009. Casi medio millón en nueve años. El tripartito argumenta problemas legales y lo descarta.

En todo este asunto, el Oviedo tiene presente el ejemplo de Gijón. Allí, el Ayuntamiento compró las marcas al Sporting por tres millones y luego se las vendió por el mismo importe y le permitió pagar a plazos. ¿Puede ser esa la solución? Habrá que ver. En el gobierno ahora esperan a que el Oviedo haga su propia tasación para compararlas y negociar una cifra de la que partir. También para ganar tiempo. El año que viene hay elecciones.

En el gobierno local, en realidad, no hay voluntad en ninguno de los socios de hacer negocio con las marcas, pero ahora se han encontrado con el marrón de la tasación. La tasación no es vinculante legalmente, pero hay alguno que opina que sí lo es éticamente. "¿Si no para que se encarga"?, comentan en alguna esquina del gobierno, conscientes de que vender un bien público más barato a una empresa privada, por mucho que sea el Oviedo, contradice su discurso y supone un agravio para muchos colectivos. " Se encontrará una solución", tranquilizan.

Mientras se encuentra, se mantiene la tensión entre dos instituciones acostumbradas a los encontronazos, de El Asturcón al césped del Tartiere. El Oviedo, hoy en día, mantiene mejor relación con el PP que con ningún otro grupo municipal. Los populares asisten frotándose las manos con estos guantazos entre tripartito y Oviedo. Pero, públicamente, en los asuntos del Oviedo el PP se suele poner de perfil y guarda inteligente cautela, conscientes de que en cualquier momento sale a relucir aquella intención que tuvo de hundir al club en 2003. Ciudadanos, el otro partido de la oposición, también se viste la elástica azul, pero mantiene igualmente las distancias, hoy más pendiente de nombres propios a nivel interno que de otra cosa. Todos se ponen la camiseta del Oviedo, pero las marcas siguen ahí, en el Ayuntamiento, con una tasación que incomodó a todos. Habrá que esperar al siguiente capítulo.