La junta de accionistas que celebró el jueves el Oviedo desempolvó saludables hábitos en el club y en el oviedismo. Últimamente el socio, por lo general y salvo algunas excepciones, había perdido la sana costumbre de preguntar a pecho descubierto, como si tuviera miedo a quedar señalado por no se sabe quién, como si interesarse por aspectos cotidianos de la vida de la entidad de la que son (también) dueños fuera delito. Anteayer, en el Auditorio, se recuperaron por un rato las viejas costumbres del Oviedo de toda la vida. Durante más de una hora hubo entre el Oviedo y el oviedismo un diálogo horizontal, dirigentes y socios cara a cara debatiendo por el bien de la entidad, sin crispación y con cordialidad. El socio preguntó sin complejos ni temores y el consejo azul, con más regates que detalles, contestó.

Aunque muchas (la mayoría) de las respuestas del club no fueron concretas y se quedaron en meros despejes, posiblemente porque quienes las daban (el presidente y los dos consejeros) o no podían especificarlas con exactitud o sencillamente no las sabían, de la cita queda sobre todo la apariencia, la vuelta a ese diálogo club-socio fundamental en cualquier sociedad anónima deportiva. Hubo intercambio de opiniones, sugerencias y ruegos, hubo pellizcos y agradecimientos sin ninguna otra finalidad, ninguna otra, que la de aportar para mejorar la entidad: equipo, aficionados, instalaciones? El club y el abonado de tú a tú. Fue, por fin, ya era hora, un ejercicio de oxigenante normalidad en una entidad, en un entorno, en una ciudad tremendamente futbolera necesitada de más fotografías así para combatir estos tiempos de insufrible opacidad y peligrosa especulación tuitera.

Como presidente, a Jorge Menéndez Vallina le tocó llevar la voz cantante. Otro guion en su larga lista de papelones. Papelón porque le tocó responder sobre varios asuntos en los que él ni pincha ni corta. Por ejemplo, en la política de fichajes. Ya se sabe que actualmente, en el Oviedo, las decisiones se toman en México y la figura del presidente (la del consejo en general) no cuenta más que lo justo y necesario. Tiene mucho menos peso y mucha menos influencia que en la mayoría de clubes españoles. Por eso hubo temas sobre los que no pudo detallar nada nuevo. No concretó ni el tope salarial ("aún no los sabemos"), ni las tarifas de los nuevos abonos ("más o menos" seguirán igual), ni la fecha exacta de la campaña de socios ("en breve"), ni nada novedoso sobre la situación de las marcas y esa tasación que supuestamente, habrá que ver, encargará el club. En todos estos temas, no le quedaba otra, Vallina se limitó a responder con titulares genéricos ya conocidos. Después, normal, tuvo que afrontar preguntas obvias. ¿Cómo se puede fichar y planificar la plantilla sin saber aún el límite salarial? Basándose en el del año pasado, despejó a los medios el presidente, para luego recordar la importancia de que lleguen patrocinadores que suban el límite salarial y, así, poder fichar a ese "jugador diferencial" que espera desde el verano pasado el oviedismo. O sea, el delantero. El límite salarial, por cierto, depende de eso y muchas cosas más, entre ellas la forma en que se rescindan los contratos de los jugadores con los que no se cuenta como Valentini, Pucko o Verdés, por poner algunos ejemplos.

Hubo un socio, el primero que intervino, que pidió explicaciones claras sobre la política de contrataciones. Preguntó quién fichaba, mencionó nombres concretos (Owusu, Yeboah y Olmes) como ejemplos de refuerzos que fracasaron esta temporada y, posicionándose a favor de Carso, criticó la labor de Joaquín del Olmo (sin citarle), el hombre de confianza del grupo mexicano en la ciudad y el principal enlace con Arturo Elías. Vallina no se embarró, defendió que los fichajes pueden salir mal usando el tópico de que "el fútbol no es una ciencia exacta" (lo cual es verdad, ahí el ejemplo de Hervías), dijo que en el Oviedo fichaban todos (la realidad es que, con supervisión permanente de México, ficha la dirección deportiva en colaboración con el cuerpo técnico, no el consejo) y defendió, citándole, el trabajo de Del Olmo, que asistió a la junta, móvil en mano y americana, en una esquina de la tribuna junto a César y Mata. Vallina, pues, salió del paso como pudo.

También lo hizo con el asunto de las marcas, de vuelta a la actualidad desde que el pasado 7 de junio este periódico desveló su valor actual, según la tasación municipal: 4,8 millones. Aquí, el dirigente azul cayó en contradicción. Dijo no saber nada de forma oficial de la tasación y, a la vez, explicó que los 4,8 millones no son 4,8 sino 4 más IVA. La pregunta sale sola: ¿Cómo sabe Vallina que en esa cantidad va el IVA si dice no haber recibido nada del Ayuntamiento? El informe, conste, es muy elemental (¿Dirá algún día el Ayuntamiento cuánto le costó a los ovetenses?) y no especifica nada del IVA en ninguna de sus 36 páginas. El asunto de las marcas, además, sirvió al presidente del Oviedo de excusa para sus habituales pullitas a los medios, dardos que cada vez cuelan menos entre la mayoría azul. Vino a decir que no se tenía que creer la cifra de 4,8 publicada cuando, curiosamente, él mismo se sirvió de ella durante toda la junta para sus explicaciones sobre este tema.

Vallina, conste también, no rehuyó ninguna cuestión y respondió con cercanía y naturalidad. Con naturalidad dijo que los abonos del Oviedo no le parecían "excesivamente caros" y que se paga más yendo al cine. Dijo también que estaban trabajando para determinar la baja asistencia al Tartiere. Aclaró el bulo del supuesto voto en contra del Oviedo a Tebas desvelando que no fue así, que la entidad azul no estuvo representada en esa asamblea en la Liga y que, por lo tanto, no votó ni a favor ni en contra: "Fue una no asistencia". Admitió la necesidad de sectorizar el campo para que todos se sentaran en su sitio, habló de la evolución de la cantera y puso como ejemplo el éxito del Vetusta de Rozada. Atribuyó la marcha al Villarreal del alevín Unai a una decisión exclusivamente de los padres y explicó, con ayuda del consejero Fernando Corral, la decidida apuesta por el Oviedo Femenino, pendiente aún de integrarse de forma oficial en la estructura de la entidad que será, previsiblemente, el momento en que las chicas del equipo femenino dejen de pagar cuota anual por jugar (ningún canterano azul lo hace).

Al margen de lo convincente o no de las respuestas, la junta supuso una suerte de despertar en las dos direcciones. Se tocaron un montón de temas de interés en una cita que recuperó la necesaria tradición de convertir estas reuniones en una especie de sesión de control al club, como siempre ha sido en Oviedo (y en otros clubes), una actitud fundamental en las sociedades anónimas deportivas y en la que todos ganan, porque la normalidad es la base para crecer. Ahora, el siguiente reto tiene que ver con la asistencia a ellas. Que vayan más de los 43 socios que fueron el jueves al Auditorio.