Últimos capítulos del culebrón. Ibrahima Baldé, esta vez sí, está listo para viajar a Asturias y fichar por el Oviedo. El senegalés se desplazó ayer a Bucarest y retiró por fin su visado, después de siete días de espera por problemas de falta de personal en la embajada española en Rumanía, que finalmente se solucionaron por la mediación del embajador, que estuvo varios días sin responder a los mensajes del jugador y de su entorno, nervioso ante la excesiva tardanza administrativa. Ibrahima podría llegar a Asturias en los próximos días, pasar el reconocimiento médico y firmar su nuevo contrato por dos años más uno por objetivos, como lleva acordado desde hace días. Con su llegada el Oviedo apuntalaría el ataque a la espera de otro delantero. La dirección deportiva negocia por Joselu en estos momentos, pero existe la alternativa del mercado sudamericano si el delantero andaluz no firma finalmente por el Oviedo. La llegada de Ibrahima, de 29 años, procedente del Cluj rumano ha sido una historia plagada de contratiempos surrealistas para el jugador sacados de otra época. Si todo hubiera seguido su cauce, el senegalés debería haber estado en Oviedo hace ya siete días. Ibrahima, cuando ya tenía el acuerdo con los azules, fue a Bucarest para obtener el visado que le permitiese salir de España. En la embajada solo había funcionarios y la cónsul que debía firmárselo estaba de baja. Del embajador, ni rastro. No contestó a los requerimientos varios del jugador, ni tampoco a los del Oviedo. Esta semana, por fin, la embajada agilizó los trámites de Ibrahima después de que los medios de comunicación se hiciesen eco de esta kafkiana situación.

El visado del senegalés fue la comidilla de los funcionarios españoles en Bucarest, que se tomaban con mucho humor el asunto e incluso pidieron al jugador que fuese ya a por sus papeles.