Mallorca y Oviedo se tomaron la Copa como la extensión de la pretemporada. Vicente Moreno y Anquela optaron por dar entrada a los futbolistas con menos protagonismo en este inicio. El choque fue amistoso, blando, escaso de ritmo, pero al menos con llegadas al área. Una especie de pacto para bajar las revoluciones de la Liga.

Y el Oviedo entró con tino en el choque, asentado en el centro del campo. Ese elemento que tan bien funcionó en los tres primeros capítulos de la Liga y que se evaporó ante la red tejida por el Zaragoza el pasado sábado. Para lo bueno y para lo malo, la medular es este año la piedra angular sobre la que descansa el proyecto de Anquela.

Boateng probó desde la frontal a los 7 minutos y Russo llegó raudo al corte ante Ibra tras un servicio en profundidad de Toché. El siguiente en probar fue Javi Hernández con un zurdazo al centro. El zaguero cedido por el Madrid es un futbolista a tener en cuenta. El domingo pasado cerró sin mácula el centro de la defensa en la victoria del Vetusta en El Molinón. Incluso anotó de tacón el gol del triunfo. Ayer se adaptó con la misma naturalidad al lateral. Un tipo con recursos.

Una internada de Aarón que acabó en un callejón sin salida precedió a la respuesta local. Champagne palmeó a los 20 minutos un centro de Gámez y Valcarce le dio continuidad a la propuesta bermellona con un cabezazo cruzado.

Las consecuencias negativas de la Copa, competición con obstáculos, se vio a los 27 minutos. Tejera cojeó ostensiblemente y las alarmas se encendieron. No hubo dudas: cambio. El malestar por la posible lesión de una pieza indispensable en el engranaje se compensó con la ilusión por el estreno de Edu Cortina. Ejemplo en El Requexón, oviedista de ADN y pivote de manual: su principal aportación es encontrar siempre una solución sencilla a los problemas. La clase de pivote que uno siempre quiere tener cerca.

Como si la lesión de Tejera sirviera de advertencia, los dos equipos bajaron revoluciones, aún más, hasta el descanso. Solo Stoichkov (el nombre asusta más que sus condiciones) advirtió a Champagne con un tímido intento.

Seguía el partido el guión de forma literal en el segundo acto hasta que un chispazo sacudió el asunto. Giner, hijo del mítico exjugador de Valencia y Sporting y que volvía tras una grave lesión, recibió en una posición cómoda, en la esquina del área, tras lo que pareció un error de Carlos Martínez, La defensa azul se quejaría después al colegiado de una posible falta en la acción previa. Giner vio un hueco en el muro y probó fortuna. Traspasó la pared y encontró premio en forma de gol. Le quedó al Oviedo más tiempo que fuerzas para intentar la igualada. Introdujo Anquela en el campo a Bárcenas y Joselu, toda la dinamita que le quedaba en el banquillo. El Oviedo pasó a dibujar un 4-4-2 que aseguraba presencia en el área. Pero la propuesta fue esa: acumular gente sin más. Le faltó al equipo una idea clara sobre lo que quería hacer. Los intentos de inspiración de Aarón o Bárcenas no fueron suficientes. El Mallorca cerró siempre con eficacia.

Si el objetivo era recuperar sensaciones tras el trompazo de Zaragoza, la prueba no es negativa. No parecía difícil lograrlo, realmente. Si de verdad había una apuesta por la Copa -cuesta creerlo- entonces la lectura no será tan amable. Lo importante, en todo caso, llega el domingo. La Liga es el sustento de este equipo.