Pues ha salido este Oviedo con espíritu viajero. El del que sale fuera sin complejos, que disfruta con la visita. No hay nada como viajar para abrir la mente. Al Oviedo de Anquela, los partidos fuera de casa le están dando aire, reforzando en sus convicciones. Ayer, el equipo se plantó en Lugo con algunas dudas suscitadas tras un par de tropiezos seguidos. Lo recién vivido no influyó. El Oviedo, asentado en el mismo dibujo y la misma filosofía que el primer día, creció en torno a la pelota para domar al Lugo e imponer su ritmo. La propuesta obtuvo un éxito incuestionable: 0-2, en un choque con más pegada que juego vistoso.

El Oviedo tuvo las cosas claras y, teniendo en cuenta los precedentes, puede considerarse un importante paso adelante. Porque el partido hay que interpretarlo en su contexto. Tras la goleada del Zaragoza, bofetón a la autoestima, y la eliminación copera, pecado menor, más que tres puntos había en juego una cuestión de confianza. Un juicio a la coherencia. El equipo, que mostró personalidad, sale reforzado de la cita.

El inicio del choque fue una perfecta síntesis de lo que se vería. Salieron Lugo y Oviedo al césped sin complejos, proponiendo un duelo abierto. A ver quién podía lucir mejor pegada. Se intuía, y se confirmaría pronto, que el Oviedo tenía mejor gancho. Berjón inició los guantazos con un centro peligroso que despejó la defensa. Christian tuvo la siguiente: cabezazo centrado.

El Lugo se fue por primera vez a la lona a los 6 minutos. Folch controló en la frontal esperando un guiño. Joselu lanzó el desmarque y el pivote intuyó las intenciones. También le dio tiempo a calcular los tiempos de entrega. La definición del ariete ante Juan Carlos fue tan exacta como el pase de Folch. Mérito del emisor y del destinatario; un gol que premia la puntualidad. Joselu estrenó su cuenta goleadora en el escenario en el que conoce cada palmo del terreno.

El Lugo insistió, pero el Oviedo pudo golear a la contra

Con el tanto, el Oviedo se sintió más cómodo. Reforzado en sus convicciones. La posesión también puede emplearse como eficaz método para evitar males en tu área. Y el Lugo pareció aturdido. El equipo gallego lleva varios años, desde la etapa de Quique Setién, siguiendo un patrón marcado en su juego, independientemente del técnico que se siente en el banquillo. Con Javi López, el juego sigue descansando en los pies de los pivotes. Pita, como hace tanto tiempo, es el faro. El plan de Anquela parecía ir por torpedear la medular gallega. La superioridad numérica estaba asegurada. Folch bordó el papel de ancla para recordar que es imprescindible en este equipo.

El Oviedo supo cuándo morder y cuándo recular, de manera que el juego local se convirtió en tedioso y previsible. Cuando los azules tomaron la pelota, la emplearon en largas posesiones. Bárcenas puso la profundidad en la derecha cuando tocó correr. Nada del otro mundo, pero suficiente para menear al Lugo.

A los locales les quedó el recurso de sus laterales, siempre profundos. Ahí sí encontró más problemas el Oviedo, que tenía amarrado el centro pero que sufría cuando las cosas sucedían en los flancos. Herrera batió a Alfonso a los 15 minutos, pero el asistente vio fuera de juego.

Superado el sofocón, el Lugo intentó recuperar el pulso teniendo la pelota, sobándola por momentos, incapaz de traspasar el armazón azul. Sí llegaron los locales en jugadas aisladas antes del descanso. Pita picó el remate y Alfonso punteó a córner. Después, el meta salió valiente a un centro lateral que se envenenaba. El Oviedo paseó plácido por el primer tiempo, aunque se echó en falta más ambición, un intento de buscar las cosquillas a un Lugo que no daba la impresión de estar demasiado seguro.

Iniciada la segunda mitad, el Lugo dio un paso adelante. Con las consecuencias que eso traía: más huecos atrás. Christian Herrera se empotró con la defensa azul en el primer intento local. La respuesta fue inmediata. También efectiva. El Oviedo detectó una vía y hacia allí se lanzó. Folch invitó a salir al equipo con un envío en largo. Berjón eligió rodear cuando el cuerpo pedía el camino directo y cedió a Joselu, en el pico del área. El delantero la puso con un lazo en la frontal y Javi Muñoz impactó arriba, a la red, imparable. El 0-2 fue una obra coral, un lujo en la categoría.

Al Lugo no le quedó más remedio que quemar las naves. Quitó Javi López a un central para meter madera arriba. Y el Oviedo olió la sangre. Pudo hacer un destrozo similar al del Zaragoza en el Tartiere de la semana pasada. Pero Juan Carlos, meta local, tapó los intentos de Toché y de Bárcenas. Aarón dio continuidad a la ofensiva azul pero el larguero escupió su remate con rosca. El Lugo insistía en querer colgarse del área azul, pero la respuesta del Oviedo asustaba más.

Y en los momentos de agobio, que los hubo, emergió la figura de Forlín, sin fallo en todo el partido. Concentrado, atento a los detalles, haciendo mejor a cada compañero. Anquela le pedía un paso adelante y el argentino pegó una zancada interesante.

El desenlace reservaba una última buena noticia: el estreno de Edu Cortina en Liga. Parece que la historia tendrá continuidad. Una plantilla de 19 jugadores obliga a mirar al filial y Cortina es su alumno más aventajado. Llegarán -deberían llegar- más.

El Oviedo cerró el trato con otra sonrisa a domicilio. Recogió sus enseres y regresó en autobús en casa. Otra visita completada con éxito. Que se convierta en rutina.