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La lupa

Carcelén, la electricidad

El carrilero diestro del Majadahonda, alegría dentro y fuera del campo, es una de las principales amenazas del rival de esta tarde del Oviedo

Carcelén, en primer término , pugna con Salva Ruiz, del Mallorca, en el partido de la segunda jornada de Liga en el Wanda (0-1). ANTONIO DÍAZ/ R. M.

El entrenador del Rayo Majadahonda, Antonio Iriondo, trabaja todas las semanas con Carcelén, al que, como al resto de futbolistas, le inculca ejercicios de meditación. Y es que la historia del técnico tiene miga. De madre gijonesa y padre vasco, Iriondo es hijo de los llamados niños de la guerra, la generación que tuvo que abandonar España al estallar la Guerra Civil. Nació en Moscú en 1953 y tres años después regresó a España con su familia. De jugador le apodaban "el Ruso", aunque no logró dar el salto al fútbol profesional y se desempeñó en pequeños equipos como el Moscardó, el Carabanchel, el Alcorcón o el Atlético Amorós. En 1982, con sólo 29 años, colgó las botas. Como entrenador, además de dirigir al Toledo, el San Fernando o el San Sebastián de los Reyes, cuenta con experiencia en Primera (nueve partidos al Rayo en la 2002-2003). Debuta ahora en Segunda con el Majadahonda, con el que además del salto a la categoría de plata, ha ascendido dos veces a Segunda B.

Un viaje en 2003 a Japón le enganchó al budismo, como confesó recientemente en una entrevista, y ahora inculca la meditación a sus jugadores. "Con inteligencia, un futbolista sabe manejar los partidos", dijo ayer Iriondo en la previa.

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