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Segunda División

El Di Stéfano azul

Sánchez Lage, comparado con el mito madridista, marcó una época en Oviedo

José María Sánchez Lage. LNE

El coche subía como podía las empinadas cuestas de Pajares. Nevaba y, por entonces, enero de 1959, el vehículo no daba para mucho más. Pero no había tiempo que perder. El directivo del Oviedo Luis Trabanco se afanaba en acortar tiempos al volante. De pronto, el chico argentino que llevaba de copiloto le pidió parar. "Me gustaría pisar la nieve", solicitó José María Sánchez Lage, 27 años por entonces. Nunca la había visto de cerca. Fue la primera pisada en Asturias del, para muchos, mejor extranjero en la historia del Oviedo.

Juega en contra de Sánchez Lage haber vivido en una etapa sin imágenes. Pero sobreviven, además de sus números, las anécdotas. La que sigue a la historia de Pajares sirve como primera aproximación a su figura. Superada la cota montañosa, Trabanco y Sánchez Lage llegaron a Oviedo el 2 de enero, viernes. Dos días antes de un atractivo encuentro ante el Atlético de Madrid en el Tartiere. Trabanco llevó al argentino a las oficinas de Marqués de Santa Cruz para presentarle al presidente y al entrenador. Los dos coincidieron en que debía superar un periodo de adaptación antes de jugar. Cuentan los que conocen aquella anécdota que Sánchez Lage contestó con naturalidad: "Si el balón es redondo y la cancha cuadrada puedo jugar". Picabea le alineó aquel 4 de enero y Sánchez Lage se salió. El Oviedo se impuso 2-1 en un embarrado Tartiere y el argentino fue la sensación.

Fue el prólogo de un lustro de éxitos incontestables en Oviedo. Disputó cinco temporadas con la zamarra azul, 119 partidos en total en los que anotó 35 tantos. Comandó el ataque carbayón en la 62-63 para dejar a los azules en el tercer puesto de Primera. Los que recuerdan su fútbol coinciden en el sobrenombre: Un Di Stéfano en pequeña escala. El Di Stéfano del Oviedo.

"No me parece exagerada la comparación", asegura Miguel Iguarán, centrocampista del Oviedo en los años 60, testigo directo del brillo del argentino. "Era completo, muy completo. Hacía grupo en el campo", añade. José María, jugador azul entre el 60 y el 65, también lo vio de cerca: "Seguramente, el futbolista más completo con el que he jugado. Reunía todos los requisitos: subía, bajaba, peleaba, corría, tenía gol? Un futbolista de la leche".

El personaje detrás del futbolista no se queda atrás. "Tenía mucha gracia. Cuando pierdes, hay gente que en el bus de vuelta se aísla, que está en su burbuja. Cuando pasaban algunos kilómetros, Sánchez Lage se levantaba y empezaba a animar la cosa. Le daba vidilla", recuerda Iguarán. "Le gustaba imitar y contar chistes, era la alegría del vestuario. Nos hacía reír a todos", incide José María, sorprendido de primeras por las formas del delantero. "Imagínate, yo era un chaval de la Pola, con 18 años, los oía a él y a otros compañeros argentinos y me decía: '¡Hay que ver qué bien hablan estos!", relata.

Sánchez Lage, un tipo extrovertido, se adaptó perfectamente a la vida en Oviedo. Vivía en la Avenida de Galicia con Marqués de Teverga, tocando el centro. Conducía un Karmann Ghia, un Wolswagen clásico. Y ocupaba el tiempo libre en intensas partidas de dominó. "Jugaba todas las tardes, entre las 3 y las 6, con mi padre en el bar Lisboa, en lo que ahora es la calle Posada Herrera", asegura Federico Álvarez, dueño de la confitería La Mallorquina, uno de los apoyos del argentino en la ciudad: "Un tipo maravilloso, humilde y cariñoso".

Su traspaso al Valencia coincidió con la cuesta debajo de los azules, que dos años después del descenderían a Segunda. Sánchez Lage pasó de cobrar 300.000 pesetas a 900.000. Destacó en el Valencia, donde volvería una vez retirado como secretario técnico, con Alfredo Di Stéfano como entrenador. Conquistó una Liga en ese papel. Después, se apagó su estrella. Regresó a Argentina. "Trabajó de taxista y de lo que tocara. Invirtió mal, no tuvo suerte", menciona Federico Álvarez. La asociación de veteranos del Oviedo le enviaba dinero a Argentina como ayuda.

Murió en 2004 y en Oviedo se derramaron lágrimas por un futbolista con un recuerdo imborrable. No hay imágenes, pero sí el testimonio de los que le vieron jugar. Ese es su legado. Y una canción con gancho que entonaban en el Tartiere los jóvenes de Oviedo: "En la Argentina empezó a jugar / Félix Serrano le fue a fichar / Vino al Oviedo a debutar / ¡Caray, qué manera de jugar! / ¡Sánchez, Sánchez Lage; eres el as del balón! / ¡Sánchez, Sánchez Lage; valiente como un león!".

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