En la NBA, que tiene nombres para todo, los momentos de la verdad tienen un título: "Clutch time". Es el momento en el que se deciden los partidos. Incluso hay estadísticas que sitúan a los jugadores más acertados durante el "clutch time". Reggie Miller, el esquelético alero de los Indiana Pacers, fue uno de los más genuinos representantes de esta estirpe en los 90. Es relativamente sencillo encontrar buenos jugadores, en cualquier disciplina; lo que no es tan fácil es encontrar los que reinan en los minutos más decisivos.

Piensen por un momento qué puede pasar por la cabeza a Saúl Berjón a ir a sacar la última falta. Minuto 90, después de haber completado un partido flojo, lleno de imprecisiones. Incluso el Tartiere le había advertido con algunos silbidos en la primera mitad. No es una situación cómoda. Equivocarse en el lanzamiento de esa falta podría haber supuesto una crítica abierta a su labor. Había riesgos evidentes.

Pero Berjón no dudó. Incluso elevó su apuesta. Desechó el centro y arriesgó lanzado a puerta, cerrado, en busca del palo más alejado. Impredecible para el portero rival. La acción que definiría el partido. Los genios, Berjón es el genio de este Oviedo, tienen estas cosas.