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Más directo, más peligroso

El sistema con dos puntas liberó al Oviedo, que dio menos pases y fue menos preciso pero llegó más veces al área de Osasuna - Los de Anquela se transformaron con el cambio: pasaron de ganar 8 duelos aéreos en la primera parte a 21 en la segunda

El balón lanzado por Berjón se cuela en la escuadra rojilla ante la mirada de Christian, Unai García, Clerc, Rubén, Ibrahima y Aridane. MIKI LÓPEZ

Ibra, un faro en el ataque, ejemplifica el Oviedo liberado, sin cadenas. Salió el senegalés y todo pareció más natural. Los pivotes y los centrales encontraron un destinatario al que encontrar por vía directa, sin escalas, cuando se vieron apurados. Los extremos encontraron al fin referencia en el área. Y Joselu conoció un compañero de fatigas en la isla desierta en la que habitualmente pugna. El 4-4-2 que tomó forma en la segunda mitad ante Osasuna convirtió al Oviedo en un equipo más natural, apoyado en un estilo más directo, menos retórico, pero con mayor presencia en el área contraria. Ahora toca debatir si este nuevo disfraz puede tener más cuerda o si es un recurso para momentos determinados, para salir del paso en situaciones de apuro. La prueba ante Osasuna, exitosa, convirtió a los azules en un equipo más directo de lo que es habitualmente.

Ibrahima saltó al campo a los 56 minutos con la intención de alterar el guion. La estadística demuestra que cumplió su misión. Hay un dato revelador que muestra el nuevo estilo del Oviedo tras el cambio mencionado y el paso al 4-4-2. En la primera mitad, con el 5-4-1, los de Anquela intentaron reaccionar al tempranero tanto visitante en torno a la pelota. Pero fue una posesión ficticia, sin chispa. Una propuesta plana que Osasuna desactivó simplemente con orden. En ese primer acto, el Oviedo completó 244 pases y acertó en el 72,54% de los envíos. El saldo ofensivo, sin embargo, fue muy pobre: un solo chut. Fue un intento a las nubes de Folch tras el rechace de una falta.

El cambio de registro tras la irrupción del 4-4-2 dio paso a un equipo para el que el pase se convirtió en algo secundario. El Oviedo dio menos pases (216) y menos precisos (69,91%) en la segunda mitad, pero frecuentó más el área rival: 7 intentos sobre la meta de Rubén. Suficiente para lograr dos goles y un puñado de buenas ocasiones, casi todas con Ibra como protagonista de la acción.

Los de Anquela optaron por la vía directa. Las estadísticas muestran algunas claves. La más llamativa, en la batalla por alto. Los azules habían ganado 8 disputas aéreas en la primera parte: en la segunda, se impusieron en 21, un incremento considerable. Que el equipo tuvo más brío lo demuestra el hecho de que tras el descanso los de Anquela ganaron más duelos (34 por 27). Que el Oviedo visitó con más frecuencia la meta rojilla lo confirman los 10 toques efectuados en el área visitante por los 4 de la primera mitad.

Ahora, el debate en torno al sistema, candente en las dos últimas semanas, adquiere una nueva dimensión. El Requexón funcionará esta semana como banco de pruebas para ver qué sucede el domingo en Tarragona. Hasta ahora, el 4-3-3 ha sido el sistema fetiche, el dibujo que prometía una mejor explotación de los recursos de este año, con una plantilla más talentosa. El 5-4-1 ha emergido en la etapa con más curvas, como medida para asegurar la labor defensiva. El 4-4-2 plantea, como toda alternativa, sus pros y sus contras, pero cuenta con el respaldo de lo visto el domingo.

Las voces por la continuidad del sistema con dos delanteros sufrieron un pequeño frenazo en la sala de prensa, donde Anquela advirtió que los dos delanteros no son siempre un camino exitoso al triunfo: "En el Wanda jugamos con dos delanteros y acabamos perdiendo".

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