El Oviedo visita el domingo Tarragona aliviado por la remontada de doble cara ante Osasuna, pero con el ceño fruncido porque todavía no acaba de soltarse y convencer. Llega al Nou Estadi, en cualquier caso, con la necesidad de ganar para tomar impulso.

Casualidad no, el diagnóstico cuando tocó visitar el Nou Estadi la temporada pasada era más o menos similar. Los azules fueron a Tarragona en la jornada 14 (hoy es la 10) después de una remontada de doble cara ante el Lugo (3-2), con el ceño también fruncido porque el equipo no se encontraba (fue la primera vez que Anquela jugó con carrileros) y ansiando de la vitamina de la victoria para asentar al grupo y dibujar su proyección.

Ni antes ni ahora, por seguir con el tema de las coincidencias, había logrado el conjunto de Anquela encadenar dos triunfos de manera consecutiva en Liga. Entonces, hace un año, fue la primera vez. Remontada en el Nou Estadi con tantos de Carlos Hernández y Aarón Ñíguez, que neutralizaron el inicial de Barreiro. Habrá que ver el domingo si el equipo lo vuelve a hacer en un estadio propicio: ni una derrota desde la vuelta a Segunda hace tres temporadas (0-0, 2-2 y 1-2).

El paralelismo, que tiene su aquel, es evidente. El Oviedo, pues, ve en Tarragona el lugar perfecto para dar el salto, agarrar el botín e inyectarse, a si mismo y al entorno, la dosis necesaria de seguridad y confianza que cualquiera precisa para crecer. Y la receta la vuelve a encontrar en el retrovisor: hace un año, después de tumbar al Nàstic, el Oviedo se tiró tres meses en la ola buena: once partidos y sólo una derrota, precisamente la del siguiente partido frente al Valladolid fuera. El resto, siete victorias y tres empates. 24 puntos de 33.

Las dos fotografías previas al Nou Estadi, la del Oviedo del curso pasado y la de éste, son muy parecidas, pero no idénticas. Hay divergencias, tangibles e intangibles, que les impiden imantarse. Por ejemplo, la de los puntos. El Oviedo que asomó por Tarragona el año pasado llevaba cuatro puntos menos (11) que los que acumula ahora (15). Eso quiere decir que el ritmo actual es mejor que entonces en una maratón, la de Segunda, con corredores de mayor caché. Incluso hoy está más cerca del ascenso directo (seis puntos) que entonces a estas alturas (ocho). Lo intangible de esta situación de espejo tiene que ver con el propio Oviedo, dubitativo aún con su propio plan, y también con el rival, que se desangra el último de la fila y que también busca su propio impulso con el despido de Gordillo y la llegada de un nuevo entrenador que, se supone, se estrenará ante los azules.